sábado, 9 de enero de 2010

Corre, Rocker. (24)


Prácticamente, en mi generación, casi todos empezamos entrando en el mundo de las jeringuillas por esnobismo, por una prueba infantil de audacia. No es fácil convertirse en adicto: requiere tiempo y persistencia. Pero la sedación, el olvido del tiempo objetivo, la desdramatización de todas las angustias que conseguía la heroína, nos descubrieron un mundo de alivio rápido y concreto.
Intentar mantener ese alivio es como escupir contra el viento. el precio a pagar por esa congelación de las angustias, por esa implosión del tiempo subjetivo, es, indudablemente, la degeneración de las visceras y la propia vida. Tarde o temprano todos intentamos escaparnos sin pasar por caja, aunque para ello tengamos que renunciar al alivio que más deseamos. escribo, pues, desde la prevención, nunca desde el arrepentimiento. Será así mientras las congregaciones de humanos prefieran invertir en prohibición ignorante antes que en estudios descriptivos e información valorativa.
Si existiera la manera de mantener ese alivio sin sufrir la ruina física y económica podéis estar seguros de que pasaría todo mi trayecto en este valle de lágrimas en un "pico" perfecto. Pero desengañad a vuestro fantasma de la guarda, queridos yonquis; esa posibilidad, tal como yo lo veo, nunca existirá.

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