sábado, 31 de octubre de 2009

Manipulación nacionalista


En el libro: "Roca, l´últim segon", Andreu Farràs y Toni Soler, explican un ejemplo de manipulación nacionalista a través de los medios:

"El cas més sonat va ser al principi de 1995. Els informatius del canal català cobrien la informació de la cavalcada de Reis a barcelona. Davant la manca d´equips disponibles, es van contractar a corre-cuita els serveis d´una productora privada perquè subministrés les imprescindibles imatges del candidat Roca, amb la néta al coll, mirant la cavalcada com un ciutadà més. Aquest fet va motivar la indignació de l´oposició i també la dels profesionals de TV3·".

Karmele Marchante y la intelectualidad independentista


http://www.sms25.cat/entrevista/1387/Karmele_Marchante:_El_2014,_vindre_a_Catalunya_a_votar_per_la_independencia

viernes, 30 de octubre de 2009

Little Gidding


"Nunca cesaremos de buscar y, sin embargo,la meta de todas nuestras búsquedas será retornar al punto de partida y conocer ese lugar por primera vez."


T.S. Eliot, Little Gidding.

jueves, 29 de octubre de 2009

Malas noticias para los cacicatos


HERMANN TERTSCH en ABC


La agencia internacional de calificación crediticia Moody´s ha
anunciado que va a rebajar la valoración de todas las comunidades
autónomas españolas, incluidas aquellas que pretenden no serlo. Las
regiones autónomas que llevan años agitando, con violencia o sin ella,
las pretensiones independentistas están financieramente tan acogotadas
o más que las que se conforman, sin alardes identitarios, en gastar
cómodamente el dinero que recauda el Estado. Lenta pero
inexorablemente se va imponiendo en los observatorios y gabinetes de
análisis del exterior la certeza de que la fragmentación progresiva
del Estado español, la administrativa, la judicial, la policial, la
del mercado y la legislativa, se han convertido en una losa que hará
extremadamente difícil, si no imposible, que España se recupere
económicamente en un futuro previsible. Los que aún hablaban hace unos
meses del año 2010 como fecha previsible de recuperación son ya
literalmente un hazmerreír. Los que hablan de un lustro de travesía
por un desierto en el que vaguemos con más de cinco millones de
parados no son los más pesimistas. Pero el desastre al que nos aboca
este «auténtico Estado de las autonomías» que el Gran Timonel cree
haber instaurado ahora con este sistema de financiación autonómica no
sólo se refleja por supuesto en la degradación del crédito de España.
Sino también en el de todas y cada una de sus 17 partes. La decisión
de Moody´s es, que yo sepa, la primera reacción internacional al gran
plan de financiación autonómica, del que sólo sabemos lo que se llevan
los campeones del chantaje o los favorecidos por las conveniencias
particulares de Zapatero. Hasta la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra,
con sus especiales privilegios, por completo inexplicables en el
exterior, se las van a ver y desear para conseguir créditos no ya para
modernizar sus infraestructuras y reformar sus economías, sino para
pagar a sus funcionarios y mantener sus gastos corrientes en general.
Son inexplicables fuera porque en ninguna democracia moderna se pueden
entender los cambalaches que se han hecho en nuestro país so pretexto
de supuestos derechos históricos, fueros medievales o deudas
históricas.

En otras comunidades, convertidas en cacicatos por la falta de
alternancia en el poder y la lógica socialista de gastar el dinero
llegado de Madrid y Bruselas casi exclusivamente en comprar
fidelidades, es decir en sueldos e instituciones y organizaciones que
justificaran éstos, la situación es probablemente más tramática aun.
Porque a los gastos corrientes para financiar a los leales a la taifa
hay que añadir los problemas sociales que lejos de haberse paliado
durante los años de crecimiento, se han disparado. Las sociedades en
las que el ritmo de crecimiento del funcionariado es parejo a la
destrucción de empleo entre los autónomos y el cierre de empresas no
son precisamente atractivas para invertir. Menos aun cuando la
descomposición social, el fracaso escolar, el absentismo y la ridícula
productividad hacen prever un deterioro de las condiciones en un
futuro que ya está aquí. Así las cosas aquí está el aviso. Si España
no logra revertir muchos de los disparates cometidos en décadas pero
agravados bajo esta tropa gobernante, que pierdan toda esperanza los
cacicatos de salvarse por su cuenta. Tienen tan poco crédito como el
país de las maravillas de nuestra Alicia de León.

"Todos los políticos reciben regalos"

miércoles, 28 de octubre de 2009

Ataque de talento.

"Es prácticamente imposible que Zapatero fallezca de un ataque de talento".


Anónimo ciudadano.



La encuesta del Ararteko


La opinión de Santiago González


Iñigo Lamarca, el ararteko, ha dado a conocer una encuesta sobre la actitud de los escolares vascos rspecto al terrorismo, realizada a 762 adolescentes en las edades de la ESO, entre los 12 y los 16 años. El 14,8% de los encuestados se opone a rechazar a ETA, mientras otro 14% evita pronunciarse al respecto.

La ETB del antiguo régimen habría titulado: "Más de un 70% de los jóvenes vascos se oponen a la violencia". Todos los veranos era un clásico la encuesta que nos era presentada con el siguiente titular:

"El 85% de los vascos no se irían a vivir fuera de Euskadi aunque les garantizaran el mismo salario en otro lugar".

¿Quién se iría fuera de su tierra, su casa, su paisaje habitual y sus amigos, para ganar lo mismo, se preguntaba uno (es probable que también Uno) al oír cada verano semejante melonada?

Algo ha debido de cambiar, porque hasta Deia enfoca la noticia por la anómala excepción, pero hay en la encuesta del Ararteko algún detalle de interés, al desagregarla por modelos lingüísticos. Resulta que los estudiantes del modelo A, que se imparte en castellano, muestran un rechazo del terrorismo en el 80%, en castellano. El porcentaje de repudio a ETA baja hasta el 62% entre quienes estudian en el modelo D, que se imparte en euskera. La actitud más alta de rechazo a ETA, la condena sin paliativos del terrorismo, que alcanza el 46% en el modelo A, se queda en el 17% en el modelo D.

Es justo recordar en este punto el escándalo que suscitó Mikel Azurmendi al al calificar el euskera como "la lengua en la que se mata", ya se sabe que las metáforas son interpretadas muy a menudo en sentido literal. Exageraba. Es sólo la lengua en la que se enseña a nuestros escolares a disculpar el crimen.

martes, 27 de octubre de 2009

lunes, 26 de octubre de 2009

El coche de Zapatero



Un coche que no sabe si va o viene.

Mentiras y gordas de una Ministra de Cultura.

No hace falta ser médico para ser ministro de Sanidad ni militar para serlo de Defensa. Bien pensado, es lógico que la nueva ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde sea cómplice del guión de "Mentiras y Gordas"



Un bodrio infumable, con un guión sonrojante. Eso sí, un éxito de taquilla y la autopista hacia el ministerio de Cultura.

domingo, 25 de octubre de 2009

Entre los escombros de babel


Fernando García de Cortázar en el ABC


«Ahora, pues, descendamos y confundamos allí sus lenguas, para que no se entiendan los unos con los otros». Así dice la Biblia que Dios castigó la soberbia de los hombres, en su deseo de construir una torre con la que conquistar el cielo: por eso se la llamó Babel que es lo mismo que decir, confusión , balbuceo. Así parece que algunos grupos políticos quieren reconstruir en España un paraíso políglota para uso y disfrute de viajeros románticos, cerrando espacios a la libre y fácil circulación de ciudadanos, levantando por aquí y por allá aduanas lingüísticas.
Lamentablemente, la posibilidad de entenderse en una lengua común, elogiada, incluso, por el poeta catalanista Aribau en 1817, ya no se ve en España como una ventaja, sino como una penitencia impuesta por Goliats implacables y abusivos. Hoy es una moda casi unánime alegrarse por nuestra valiosa riqueza lingüística, y a nadie le sorprende que esas hablas recónditas, propias de algún verde valle asturiano, aragonés, leonés o extremeño, sean la delicia de los políticos regionales. Los partidarios de Babel están tan convencidos de que multiplicar las lenguas multiplica la riqueza cultural que, algunos, hasta se animan a exportar su autocomplaciente receta por medio mundo. Y así, en marzo de este año, gracias a la televisión catalana, hemos podido ver a Carod Rovira dedicando un millón de euros a fomentar el bilingüismo entre los indios shuars del Ecuador. Dinero de los españoles para que aquéllos aprendan su propia y antiquísima lengua. La imagen del político nacionalista aceptando la lanza india que le ofrecía el jefe shuar en perfecto castellano y medio en cueros, además de grotesca, demuestra que Unamuno no se equivocaba cuando, ya hace más de noventa años, dijo que el ideal de ciertas gentes es ver cada terruño con su lengua rústica.
Rectificar lo tradicional por lo racional fue la consigna y el proyecto de Azaña en la Segunda República. Las lenguas tienen una finalidad utilitaria: sirven fundamentalmente para comunicarse, y aquellas que tienen alcance universal, como el inglés, como el español, son puentes, instrumentos de unión y no de aislamiento. Esto, al menos, nos dicen la razón y la historia. Pero esta concepción de la lengua apenas ha tenido peso en la España de las comunidades autónomas. Aquí, lo tradicional corrige lo racional. Aquí, una lengua, cualquier lengua, es mucho más que algo para entenderse. Aquí, quien más quien menos, se ha ido adhiriendo al ideario nacionalista, según el cual la lengua no la hablan las personas sino los pueblos, o peor aún, los territorios.
«Normalización» ha sido y es la amenazadora palabra utilizada por los gestores de las comunidades bilingües para implantar la lengua autóctona, y minoritaria, en todos los ámbitos de la vida oficial y social de la región, relegando al castellano a un papel secundario de vehículo de comunicación con el resto de España y un nivel similar al que supone el inglés en las relaciones internacionales. Y para que este implacable proceso de planificación cultural alcance su meta, cualquier despilfarro parece justificado. En 2008 la Generalitat catalana invirtió 42 millones de euros en Política Lingüística, el doble que en 2007, mientras que Baleares gastó más de seis y la Xunta del desaparecido Touriño alrededor de 23. Todo, dinero público para que no se hable castellano.
Este brutal eufemismo, «normalización lingüística», acompañado por gestos de doncella azorada ante los imaginarios ultrajes del lucifer castellano, está diseñado para despertar simpatía y comprensión. Pero detrás de esa puesta en escena se oculta un deseo de homogeneización contrario al pluralismo social, además de una grosera conquista y conservación del poder político y de control del erario público por parte de ciertas elites regionales, ansiosas de promoción social. El término, hoy en boca de todos, me recuerda las tergiversaciones verbales de los partes alemanes de la Primera Guerra Mundial: por ejemplo, «avance elástico sobre la retaguardia» para no decir retroceso. Porque si nos atenemos a la normalidad, o a la integración y cohesión social de la que nos hablan una y otra vez las autoridades regionales, la lengua a proteger debería ser el castellano, la lengua común y de la mayoría de catalanes, vascos, gallegos o baleáricos , la del resto de españoles y la de mayor parte de los trabajadores emigrantes. Pero los nacionalismos y asimilados siempre dan por hecho que su proyecto político es algo escrito en las estrellas, un derecho natural, casi divino. Y por lo que respecta a sus planes lingüísticos, han conseguido que la mayoría de españoles se muestren aquiescentes y sumisos, cuando no entusiastas, como en el caso de los socialistas catalanes y de Baleares, fanáticamente incorporados al aquelarre de los atentados contra los derechos de los castellanohablantes.
Hace muchos años que Ortega se lamentaba: «¿No es cruel sarcasmo que luego de tres siglos y medio de descarriado vagar, se nos proponga seguir en la senda tradicional?». Sarcasmo aún mayor: que, en pleno siglo XXI, no sólo siga en pie esa propuesta, sino que triunfe. Lo supo ver, con claridad desmitificadora, el llorado filólogo Juan Ramón Lodares, quien hace ya tiempo advirtió que esta España de los pueblos que se nos presenta ahora como el colmo de la modernidad, con sus ricas lenguas oficiales y sus otras muchas variedades dignas de especial protección por los gobiernos autónomos es, en esencia, una España antiquísima. La que irritaba a Ortega y Azaña. La de los tradicionalistas revestidos ahora de nacionalismo. La de siempre.
Y no deja de ser paradójico que mientras Zapatero se llena la boca proclamando su cruzada en defensa de las libertades, su Gobierno mire pudorosamente hacia otro lado cuando éstas se asfixian en el ámbito lingüístico. ¿Cómo cerrar los ojos ante los millones de personas que se ven postergadas y a veces coaccionadas por el simple hecho de querer utilizar su propio idioma de alcance universal? ¿Cómo ignorar la célebre policía de la lengua catalana o los tribunales que amparan las denuncias anónimas y multan los usos lingüísticos que desagradan a los nacionalistas y socialistas? ¿Cómo no sentir claustrofobia e indignación ante la agresiva campaña del gobierno balear para sustituir el bilingüismo en las islas por un predominio absoluto del catalán?
Lo más triste... que hasta ahora los fundamentalistas de la «normalización» han conseguido confundir el problema con su denuncia y convertir en verdugos a las víctimas. Las quejas se acallan diciendo que no hay quejas, acusando a los descontentos de querer levantar polémica, o tachando a aquellos ciudadanos que denuncian la discriminación lingüística de fachas y retrógrados. Así de fácil. Así de cínico.
Pero no es cierto, como se lamentaba Jonathan Swift, que no se gana nada con defender la libertad. Siempre se gana algo, aunque sólo sea la conciencia de la propia esclavitud. Y cuando me hablan del compromiso de Patxi López en defensa de la libertad lingüística, recuerdo vivamente el coraje de las plataformas cívicas que mantienen esa llama en unos territorios donde la democracia y la razón se pervierten a golpe de anacronismo e ilegalidad. Y escucho el sonido de sus voces, y sus palabras llenas de sensatez, y comprendo su valiente escepticismo, pues saben que la tiránica hegemonía de las lenguas minoritarias no se ha edificado sobre las virtudes de los nacionalistas, sino sobre la hipocresía de los conversos y la pusilanimidad o los silencios de los demás.

sábado, 24 de octubre de 2009

viernes, 23 de octubre de 2009

jueves, 22 de octubre de 2009

Situación límite: ¡Ultraje a la paella!


Un artículo de Rafael Sánchez Ferlosio publicado en El País nada más y nada menos que en el año 1.983. El tema ya se veía venir...


Con esta peste catastrófica de las autonomías, las identidades, las peculiaridades distintivas, las conciencias históricas y los patrimonios culturales, la inteligencia de los españoles va degradándose a ojos vista y se la ve ya acercarse peligrosamente a los mismos umbrales de la oligofrenia. Reciente está todavía, en estas páginas, la oleada de cartas catalanas sobre el inefable pleito de la eñe, con las que ese tremendo vanidoso de Juan Benet ha debido de disfrutar como un enano, aunque a costa de merecer, por lo demás, la tacha de pescador de aguas fáciles, pues es sabido que los catalanes siempre pican; que con ellos es como con las tencas: no hay más que echar el anzuelo y recoger.Sobre el modelo siempre delirante del agravio al abstracto (agravio al pueblo, agravio a la patria, agravio a la bandera y ahora también agravio a la Ñ o a la NY), el furor autonómico propende arrebatadamente a elevar a la categoría abstractiva y a la capacidad simbólica cuantas cosas se muestren mínimamente combustibles a la fallera llama del narcisismo y la autoafirmación, multiplicando pavorosamente el número de cosas susceptibles al agravio. Así hemos venido a llegar en estos últimos días a la situación límite de que hoy puede verse agraviada hasta la propia paella valenciana. No digo esta o aquella paella singular, en la medida en que de éstas sí puede decirse, con algún fundamento de razón y sin agravio de mayor cuantía, que una es peor que otra -aunque por ofendido suele darse más bien el cocinero, sin que el guiso dé muestra de sonrojo o de cólera ostensible-, sino la paella misma, el universal paella, la paella ontológica, la paella sub specie aeternitatis o, en fin, en una palabra, la paella como idea pensada por el mismísimo Platón.
Sí, esta paella ha sido la que, según la Prensa, acaba de llamarse a agravio o, más literalmente, a menosprecio grave, a causa de una campaña preventiva contra los incendios forestales que -por la desgraciada circunstancia de ser precisamente la paella uno de los guisos más frecuentes de las giras campestres y, en consecuencia, motivo recurrente de hacer lumbre en el campo- ha cometido la temeridad de esgrimir los eslóganes de "hay paellas que matan" y "la paella es el plato más caro del verano", queriendo solamente recordar las desdichadas consecuencias para haciendas y a veces para vidas que de cualquier descuido en el manejo de las correspondientes fogatas culinarias se pueden derivar.

Pues bien, por boca de don Ignacio Gil Lázaro, diputado por Valencia del Grupo Parlamentario Popular, la paella valenciana se ha llamado inmediatamente a agravio por los eslóganes transcritos, interpelando al ministro de Cultura, a fin de que en el acto proceda a retirar semejante propaganda, por cuando -transcripción literal de los periódicos- "menosprecia gravemente el patrimonio cultural autóctono valenciano". "¡Cosas veredes Myo Cid -y nunca mejor dicho- que farán fablar las piedras!".

En este punto, no debo yo ocultar que, para mí, la llamada cultura gastronómica es, en su mayor parte, uno de los aspectos más tristes, más lastimosos, más estériles y más deleznables de toda la cultura, ya que su desarrollo más caracterizado se debe fundamentalmente a machos solitarios reunidos en pandilla después de verse expelidos de la cama, ya por su propia incapacidad para el amor, ya por la de sus mujeres, ya, en fin, por ambas cosas a la vez, y es, por tanto, producto, en esa misma medida, de una de las más graves y profundas fracturas en las propias entrañas de una sociedad. Así viene a mostrarlo, de manera difícil de esquivar o de tergiversar, el carácter exclusiva y excluyentemente varonil de las sociedades gastronómicas, en las que la buena mesa se nos manifiesta específica y determinadamente como la anticama.

Lejos de mí tamaña enormidad cómo la de decir que entre la glotonería y el terrorismo no queda más que un paso (pues, aunque un paso fuera, todo un abismo moral seguiría estando en medio), pero tampoco tengo por casual, en modo alguno, el hecho de que en el País Vasco concurran de manera singular dos clases típicas de comunidades varoniles: las sociedades gastronémicas y las fratrías marciales, representadas éstas, hoy en día, por los etarras.

Pero sea de esto lo que fuere, esto es, independientemente de mi falta de aprecio personal por la llamada cultura gastronómica, no hay desde luego operación más bárbara, más inculta, o sea, más destructiva para cualquier forma de cultura agente y operante, que la de su elevación a patrimonio cultural, con la correspondiente inscripción en el registro de la propiedad central o periférica, ni tampoco podría concebirse insidia más venenosa para cualquier bien sensible que la de convertirlo en algo preñado de significación, por decirlo con esta expresión tan favorita en la jerga periodística de la época de Franco.

Y aunque uno esté tan lejos de ser ningún ferviente partidario del aborto terapéutico como de ser ningún entendido y exquisito degustador de paellas, creo que en el caso de la pobre paella valenciana, que, literalmente violada por la brutalidad de los furores autonómicos, tiene que verse, así, de pronto, preñada de significación, estaría casi a punto de recomendar, como indicado al caso, el inmediato aborto terapéutico, pues apenas consigo imaginarme un comistrajo más incomible y más indigerible que una paella con sabor a patrimonio cultural autóctono y además valenciano, sabor quer no puede ser más que algo así como un repelente deje a herrumbre y naftalina, complementado en este caso con un toque de orines fermentados de Babieca.

Por todo lo cual ya desde ahora advierto que, si por un azar, afortunadamente harto impensable, me viese yo algún día -Dios no lo quiera, aunque tampoco dejaría de afrontar valientemente mis responsabilidades- convertido de pronto en presidente del Gobierno, tengo muy meditado que, por el bien de los españoles, mi primer acto de gobierno no podría ser otro que un decreto-ley prohibiendo inmediatamente y sine die los Sanfermines de Pamplona, las Fallas valencianas, la Feria y Semana Santa de Sevilla, la Romería del Rocío y toda especie de fiestas semejantes, amén de incoar, simultáneamente y por la vía de urgencia, un proyecto de ley orgánica para la abolición de la Virgen del Pilar (¡Dios, qué descanso para Zaragoza, para Aragón y para España entera!).

miércoles, 21 de octubre de 2009

martes, 20 de octubre de 2009

José Bono: Las cúpulas de los partidos tienen demasiado poder.


José Bono ha afirmado que los partidos, y en especial sus cúpulas, tienen demasiado poder. En la transición los partidos eran débiles y convenía fortalecerlos. Pero las listas hacen que el contacto diputado-elector sea menos asiduo (y de peor calidad) que allí donde hay diputado de circunscripción. Y los diputados priorizan la fidelidad a quien les pone en la lista a quienes les eligen.

El Gobierno de Baleares no dará subvenciones a los deportistas que no hablen catalán


http://www.minutodigital.com/actualidad2/2009/03/31/el-gobierno-de-baleares-no-dara-subvenciones-a-los-deportistas-que-no-hablen-catalan/

lunes, 19 de octubre de 2009

L´Hospitalet de Llobregat y la sanidad incompetente.


La Asociación de vecinos de Collblanc-Torrassa está luchando para que no cierren el sevicio de urgencias del ambulatorio de Los Pajaritos. Necesitamos un gobierno que practique la microcirugía, que se preocupe por las necesidades de la ciudadanía. No queremos inauguraciones faraónicas que sólo buscan la fotografía para dar a conocer a la nueva alcaldesa.
En el pleno del Ayuntamiento del mes de enero, la federación de asociaciones vecinales se concentró en la puerta pidiendo la mejora de la sanidad. Una vez dentro vivimos uno de esos momentos esperpénticos que harían feliz a Valle-Inclán. Preguntan por los puestos de médicos aprobados y todavía vacantes, en ese momento el regidor responsable de la sanidad hospitalense, Clemente Murillo, dice que L´Hospitalet no tiene competencias en sanidad. Por lo visto un concejal de sanidad en L´H es como un ministro de la marina en Austria. Con la diferencia de que los austriacos son conscientes de que no tienen mar y no se inventan cargos vacíos e incompetentes.

domingo, 18 de octubre de 2009

sábado, 17 de octubre de 2009

viernes, 16 de octubre de 2009

jueves, 15 de octubre de 2009

Español de a pie


"Lo que tenía que encontrar era lo de siempre: la sensibilidad del hombre de la calle, que se llama el español de a pie cuando se habla de política. Es decir, una entidad difusa, roma, estúpida y carente de interés. Un arquetipo despreciable por su ausencia de valores nobles, de cultura, de chispa, al que los analistas políticos aluden en general como si se tratara de un colectivo de personas que tuviera algún valor que conservar. Cuando un periodista reclama la necesidad de dirigirse a tan siniestro personaje, no está haciendo otra cosa que la peor clase de populismo. El hombre de la calle es objeto de adoración y, al mismo tiempo, todo aquello que nadie quiere ser; ni siquiera es un antihéroe, es, sencillamente, un no-héroe."


Jorge M. Reverte

Diagnóstico.


Columna de Ángel de la Fuente en El Periódico de Catalunya.


La economía española presenta dos desequilibrios que complican mucho nuestra situación. El primero es un elevadísimo déficit por cuenta corriente, que se sitúa en torno al 10% del PIB. La enorme diferencia entre lo que compramos y lo que vendemos fuera ha de financiarse con capital extranjero, lo que resulta cada vez más difícil y nos deja en una situación muy vulnerable en el contexto actual.
El segundo es la hipertrofia del ladrillo. En 1995 el sector de la construcción representaba un 6,9% del PIB y un 9,5% del empleo español. En 2007, estas cifras se habían elevado en un 50% hasta alcanzar el 11% del PIB y el 13,9% del empleo, lo que supone en torno a 2,7 millones de puestos de trabajo a los que habría que añadir un buen pico en otros sectores muy dependientes de la venta de viviendas.
Simplificando mucho, una parte importante de nuestro problema actual es que tenemos a 1 millón o 1,5 millones de personas produciendo cosas invendibles. El reto consiste en trasvasarlas a otras actividades que puedan ser viables a largo plazo: en que dejen de hacer casas y muebles de cocina que el mercado no puede absorber y empiecen a producir bienes y servicios de mayor valor añadido que podamos vender fuera a precios competitivos.
Casi nadie niega ya que en la situación actual es necesaria una política fiscal expansiva que ayude a sostener la demanda y el empleo. El Gobierno ha tomado medidas urgentes en esta dirección, entre las que destaca un fuerte incremento de la inversión pública que se canalizará en buena medida a través de los ayuntamientos. El impacto de estas medidas será seguramente positivo pero, puestos a gastarnos muchos miles de millones luchando contra la crisis, conviene no perder de vista el diagnóstico que acabo de esbozar. Si nos gastamos toda la pólvora en poner a la gente a hacer zanjas, dentro de un par de años seguiremos teniendo los mismos problemas de fondo y una situación fiscal mucho peor.
Hoy por hoy, un aumento del gasto público es sin duda necesario pero, para que sea efectivo a largo plazo, debe ser parte integral de una estrategia bien pensada para avanzar hacia una economía más competitiva.

¿Es Celestino Corbacho un pasota?




Según el ministro de Trabajo, de joven era un incorformista. Para muchos sería lo que se llamaba un "pasota". Nos importa un bledo lo que fuera de joven, lo que nos importa es la sangría de trabajadores que está dejando tras su camino.

miércoles, 14 de octubre de 2009

SGAE

Un reportaje de informativos Tele 5




martes, 13 de octubre de 2009

Enrique Fuentes Quintana

palabras del responsable de Economía en el primer Gobierno de la democracia española, año 1.977.

SINDEscargas

Centro


Sabino Méndez, en La Razón.

Hay escritores a los que todos hemos estudiado en el colegio, admirado su sabiduría, reconocido su autoridad moral y nunca más hemos vuelto a leer en la vida. Uno de esos escritores es Mariano José de Larra, de quien esta semana precisamente se cumplieron doscientos años de su nacimiento. Cuando empezaron a encargarme artículos, con una inseguridad absoluta ante un género (el columnismo) que desconocía por completo, lo primero que hice fue buscar ayuda y ejemplo en otros escritores. ¿A quién recurrí? A Cicerón y Larra, por supuesto. Fue un festín delicioso. Descubrí que ambos conservaban una modernidad envidiable porque hablaban de pasiones y errores humanos y esos siguen inmutables desde Homero. El mundo es muy antiguo y el hombre muy viejo.
Pero Larra, además, buscaba siempre el punto de vista del hombre sensato; aquel que piensa que hasta el asunto más endiablado puede solucionarse debatiendo, sin llegar a las manos. Leyéndolo se aprende muchísimo. Uno ve que Larra habría estado muy cómodo hoy en día entre aquellos que en la globalización no ven una amenaza sino la posibilidad de una globalización de lo razonable.
Hoy, cuando un mejor reparto de la riqueza empieza a ser técnicamente posible, Larra hubiera tenido un trabajo más estimulante ante él. Como muestra en sus artículos, hubiera estado a favor del uso rectilíneo del significado de las palabras y hubiera preferido la palabra aborto en lugar del aséptico eufemismo que supone «interrupción del embarazo». Pero, usando ese mismo criterio, también hubiera preferido llamarle feto al feto. Así se habría enfrentado a los terribles problemas de la vida y la naturaleza con ponderación, sin ser un enfático gesticulante o un drástico. O sea, un tipo centrado.

lunes, 12 de octubre de 2009

domingo, 11 de octubre de 2009

La comunicación política en España.




Mucho cable y poco mensaje.

Lenguas y Enseñanza


Artículo de Xavier Pericay, en ABC.

«PISSARRA», como su nombre indica, es una pizarra. Pero no es sólo eso. Al menos en Baleares. Y es que allí «Pissarra» también es la revista del STEI, o sea, del Sindicat de Treballadores i Treballadors-Intersindical de les Illes Balears. Como seguramente ya habrán adivinado, una organización sindical que posee un órgano de comunicación llamado «Pissarra» no puede dedicarse más que a la enseñanza. Con todo, el STEI, que se define como un sindicato asambleario, de clase, ecologista, internacionalista, feminista y nacional -es decir, partidario del derecho de autodeterminación de Baleares, lo que conlleva (traduzco, claro) «la plena reivindicación y expansión de la lengua catalana como un elemento esencial de la mejora de la clase trabajadora de las Islas»-, también admite afiliados procedentes de otros sectores.
Aun así, a qué engañarnos, STEI remite básicamente a enseñanza. A enseñanza pura y dura. Para entendernos, el STEI es a Baleares lo que la USTEC a Cataluña: un sindicato con sus intereses particulares, pero, ante todo, una eficaz correa de transmisión de un interés mayor, el nacionalismo, felizmente gobernante allí como aquí. A nadie debería extrañar, en consecuencia, que la «Pissarra» a que aludíamos al principio refleje a las mil maravillas ese estado de cosas. Para muestra, su número más reciente, correspondiente al último trimestre de 2008. Dejemos a un lado las derivas igualitaristas, ecologistas, feministas, clasistas e internacionalistas y centrémonos, si les parece -espacio obliga-, en lo que constituye la perla de la revista.

Me refiero al artículo de Til Stegmann -abanderado de la lengua (y no precisamente alemana), cruz de Sant Jordi y premio Ramon Llull, entre otros méritos- titulado «Plurilingüisme o només angl_s? L´educació lingüística a l´escola». Tal vez porque el hombre ha dedicado su vida entera a esto, el texto ocupa siete páginas de la publicación -bien es verdad que la bibliografía, casi toda del propio autor, se lleva ya más de una página-. Pero lo esencial se encuentra justo al principio. Tras afirmar que el estudio del inglés no puede sino ir en detrimento del aprendizaje de las demás lenguas, Stegmann invita al lector -es decir, al enseñante balear- a quitarse de la cabeza esa idea de que hay que hablar una segunda lengua para poder comunicarse algún día con el prójimo. Según él (vuelvo a traducir), «esa idea es un formalismo puramente abstracto (...). Podemos convivir muy bien reduciendo nuestro horizonte de comunicatividad». Además, «el inglés es la lengua de Estados Unidos y de la propaganda americanizadora que se está comiendo el mundo», por lo que hay que renunciar a su aprendizaje y proponer, en todo caso, una lengua menos poderosa y menos peligrosa «para la libertad mental de la humanidad».

¿Y cuál debe ser, a su juicio, esa segunda lengua medio inútil, de andar por casa? Cualquiera. Es decir, todas y ninguna. Menos el inglés, claro. Y menos el catalán, que por algo es la primera y suprema. Así las cosas, Stegmann, ¿por qué no prueba con el castellano? Vamos, hombre, que hasta puede que los niños la entiendan.

Las 17 Españas no se entienden.

Aunque parezca algo de sentido común, hasta este año los Gobiernos de Aragón y de Castilla y León no se habían puesto de acuerdo sobre cómo debe organizarse la atención sanitaria en las zonas limítrofes entre las dos comunidades. Qué ambulancia debe acudir, a qué hospital hay que trasladar al enfermo y quién lo paga. Convenios similares los han firmado también este año Castilla y León con Galicia y el País Vasco con Cantabria. Son, respectivamente, una comunidad del PP, otra del PSOE, otra gobernada por el PNV y otra con presidente regionalista, simplemente llegando a acuerdos entre ellas para facilitar la vida a sus ciudadanos.
Pero las cosas de sentido común no siempre forman parte de la agenda política. Enrique Gómez Campo es el director general de Desarrollo Autonómico del Ministerio de Administraciones Públicas, y reconoce que las comunidades autónomas "tienen la tendencia a no hablar entre sí". La percepción del ciudadano, gracias en parte al debate político, es que los problemas los debe solucionar el Estado. Nadie mira al vecino.

El terror de cualquier empresa que quiera operar en toda España (y de cualquier periodista de ámbito nacional, disculpe el lector la queja) es que alguien le diga: "Lo sentimos, pero eso es competencia autonómica". La descentralización del poder en España es un éxito incontestable. Pero en asuntos de competencia autonómica no es raro encontrarse con 17 sistemas distintos de contabilidad, normativas distintas o formas de aplicar una ley.

En una comparecencia parlamentaria reciente, el presidente del Tribunal de Cuentas, Manuel Núñez, presentó un informe de fiscalización del sector público autonómico con datos de 2003. Núñez denunció que las diferentes formas de contabilidad de las comunidades "han limitado la posibilidad de ofrecer una información homogénea". Esto le sucede al Tribunal de Cuentas, pero son más conocidos casos como el de las listas de espera, donde hay una ocultación deliberada de los datos y nadie tiene poder para hacerlos públicos. Responsables del Gobierno reconocen que en ocasiones es más sencillo tener estadísticas de la UE que de España.

Un caso sangrante es el de la Ley de Dependencia, uno de los proyectos estrella del área social. Las autonomías, que son las que deben evaluar a las personas que requieren ayuda, envían sus datos al Ministerio de Educación y Política Social, que los publica en su web, pero algunas sólo aportan datos globales consignados a la casilla "sin especificar", lo que no permite saber si el afectado está efectivamente recibiendo la ayuda o no, ni de qué tipo (económica, plaza residencial, etc), lo que impide conocer el grado de cumplimiento de la ley.

La burocracia sanitaria es uno de los principales problemas a los que se enfrenta el ciudadano, aunque nadie se vaya a quedar sin atención médica. "En la asistencia sanitaria un ciudadano español no debe tener problemas en ninguna parte del país", aclara Gómez Campo, porque los derechos en este ámbito son los mismos en toda España.

Pero hay otros ámbitos sanitarios donde se pueden dar problemas. Por ejemplo, en noviembre de 2006 la Comunidad Valenciana anunció que no pagaría las recetas de medicamentos firmadas en otras comunidades autónomas. La medida no afectó a turistas ni a viajeros de paso, pero sí a pueblos fronterizos de Castilla-La Mancha. Según el Gobierno valenciano, las farmacias fronterizas estaban dispensando un número muy importante de recetas de pacientes geriátricos de localidades fronterizas. Al no contar como habitantes valencianos, se producía una "desviación de fondos" de una comunidad a otra.

Curiosamente, aquel año el lobby Farmaindustria había denunciado que la Comunidad Valenciana tenía una deuda con las farmacéuticas de 607 millones de euros, el 28% de toda la deuda farmacéutica del sistema sanitario español, seguida por Andalucía y a mucha distancia de las demás.

Ante estos problemas, el PP pone la vista en el papel del Estado. "No hay un elemento homogeneizador y eso perjudica la libre disponibilidad del ciudadano, la movilidad", dice Juan Manuel Moreno, responsable de Política Autonómica del PP. Moreno aporta sus propios ejemplos a la descoordinación. Las licencias de pesca y de caza son distintas en todas las comunidades. Se puede tener licencia para pescar en una orilla de un río pero no en la otra orilla, donde, vaya usted a saber, a lo mejor hay una sombra más agradable. "Si vas en tren de Madrid a Barcelona con un perro, atraviesas tres comunidades con tres normativas distintas sobre protección de animales", expone Moreno.

El dirigente del PP apunta una cuestión que no pocos empresarios han denunciado, y es que se puede romper la unidad de mercado. "Por ejemplo, si quieres hacer una red de clínicas veterinarias, tienes que adaptarla a todas las normativas". Para Moreno, es un ejemplo de que "a veces, hacemos lo contrario de lo que hace la UE". Europa unifica criterios y España los divide por 17. Para este partido, el principal problema es no terminar de definir las competencias, que el Estado ejerza el liderazgo y garantice "la igualdad de derechos". "Nuestro modelo es complicado y muy caro. Tenemos una sensación de Estado inacabado que acabará por hacer de España un Estado inviable".

Sin embargo, hay asuntos en los que el Gobierno apenas puede hacer más que ofrecer un despacho de un ministerio para reunir a consejeros autonómicos y engrasar acuerdos. El portavoz de la Entesa Catalana en el Senado, Carles Bonet, suele bromear diciendo que el único sitio donde se reúnen las comunidades autónomas (y no todas) es la FORTA, el órgano que agrupa a las televisiones. Y si se puede llegar a acuerdos entre todos en materia de televisión, se tiene que poder sobre cualquier cosa.

Desde el PSOE ponen más el acento en el tempo del desarrollo autonómico que en los desajustes. Para María del Mar Moreno, responsable de Política Territorial, el Estado está "en proceso de construcción". Se han constituido las comunidades, se les ha dado competencias y dotación económica y después se ha reforzado la coordinación desde Madrid. "Estamos entrando en una fase, nueva y necesaria, donde hay que mejorar la coordinación horizontal [entre comunidades]", dice Mar Moreno. Un terreno donde "la Constitución no dice nada, porque no hay una cultura de colaboración que nazca de la Constitución".

Para Mar Moreno, son pocos todavía los asuntos exclusivos donde el Estado no tenga nada que decir. Pero además, "hay una limitación política, muy poca cultura política de cooperación y colaboración". Y añade: "Todo lo contrario. Hay cierto frentismo. Todos los asuntos que se ponen sobre la mesa tienden a contaminarse del debate político. Debería ser natural que una comunidad del PP se pusiera de acuerdo con otra del PSOE". Moreno rechaza también las quejas sobre la burocracia sanitaria: "No conozco un ciudadano español que no haya sido atendido en otra administración que no sea la suya. No tiene ninguna consecuencia práctica".

A la espera de que se concrete alguna fórmula, actualmente los convenios entre comunidades autónomas como los citados al principio son el único instrumento de cooperación que hay previsto. Sólo se han firmado 47 en toda la democracia, aunque su número aumenta cada legislatura. En toda, la pasada se firmaron 12, mientras que sólo en 2008 ya van una decena. Estos convenios se conocen porque la Constitución obliga a enviarlos al Senado para que dé su consentimiento (algo que hace sin pestañear) antes de ponerlos en práctica. La mayoría de estos convenios son en materia sanitaria. La semana que viene se firmará otro entre Castilla y León y Extremadura.

Joan Lerma es el presidente de la Comisión General de Comunidades Autónomas del Senado, que es la que tramita los convenios. "Estos problemas se pueden resolver con mayor cooperación entre las comunidades autónomas", opina Lerma. El ex presidente de la Comunidad Valenciana (1982-1995) cree que "una reunión entre las comunidades sin el Gobierno se mira con recelo, por una tradición centralista. Gracias en parte al discurso de la derecha, se ve como la antiespaña".

Por concretar, "que se reúnan las comunidades y se pongan de acuerdo en homologar las licencias de caza debería ser lo normal", dice Lerma. "En Alemania, los länder se reúnen precisamente para evitar que el Gobierno federal se meta en determinadas cuestiones y nadie piensa que eso sea poner en cuestión el Estado". Pero hay una resistencia difícil de vencer. Lerma pone como ejemplo el debate de la financiación autonómica. Es más fácil políticamente discutir con el Gobierno que con 16 iguales. Es más fácil reclamar a Zapatero que exponer tus argumentos enfrente posición. "Con el discurso actual, parece que todo el dinero sale del Estado, y no se ve que lo que piden se lo pueden estar quitando a la comunidad de al lado".

sábado, 10 de octubre de 2009

viernes, 9 de octubre de 2009

España en marcha

Un artículo de Félix Madero en ABC.

NO son pocas las veces que escucho el concierto que Paco Ibáñez ofreció en el Olimpia de París en 1969. Años después un arriesgado profesor de Literatura en los escolapios, de apellido Pulido, asumió la labor de enseñarnos poesía escuchando la voz rota del cantautor que ponía música a Jorge Manrique y Góngora, pero también a Gabriel Celaya, Blas de Otero y Cernuda. Aquel disco fue para muchos una iniciación a un mundo desconocido, pero también un asidero sentimental que habla de España y de los españoles. Celaya, austero con las palabras, creía que éramos un ser que se crecía, un río derecho y un golpe temible de un corazón no resuelto. Sigue teniendo razón.

Si en Zapatero hubiera una idea de la nación que no fuera ni discutible ni discutida podría haber regalado el disco de Ibáñez a los presidentes que se han ido a La Moncloa a ver que hay de lo suyo. Viendo el espectáculo de la pasarela autonómica resulta extravagante e ingenua la apelación del Rey instándonos tirar del carro. ¿Pero de qué carro, Señor? Aquí cada uno tiene uno, más o menos vistoso, con distintas cilindradas y necesidades de consumo. La costumbre esconde la injusticia. La injusticia, hecha costumbre, nos ha dormido, y así pensamos que la política es eso que hacen los que piden el voto.

El espectáculo ofrecido por el Gran Conseguidor es inaúdito. Todos creen que son dueños de un territorio, y se han olvidado de las personas, o sea, de los ciudadanos. A todos ha contentado el presidente, sin duda el más listo y audaz. Zapatero deja corto el añorado puedo prometer y prometo.



Creer que España es esto que vemos es asumir una mentira desafiante ante la poca sombra que da eso que algunos invocamos, el patriotismo constitucional como sustento de una convivencia equilibrada y digna en toda España.

Presidentes de toda laya y condición han salido exultantes porque el carro regional tendrá gasolina para unos cuantos años. ¿Recuerdan a alguno que haya enjaretado un discurso en el que cupiera la palabra España y sus necesidades?

Sólo uno de los que han ido «averquehaydelomío» llama mi atención. El presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara es socialista, y tiene dicho que aquí triunfa el que rompe y divide. Ahora, en una oportuna entrevista de Gabriel Sanz en ABC insiste en conceptos claros y sencillos. El carro se llama España, pero también decencia política para discutir tanto desvarío provinciano con gorra de municipal.
Fernández Vara es hoy una voz necesaria. Lo es porque dice cosas obvias, pero que hay que decir: Somos solidarios porque somos iguales. O esta otra de que el Estado ya no puede ni debe ceder más impuestos o terminará desapareciendo. Lo dice sin miedo y sin complejos, dos peajes con los que aquí se hace política.

El extremeño está abriendo la puerta a un tiempo nuevo que pregunta por el discurso y no por la ideología. El tiempo en que esto de la derecha y la izquierda empieza a ser un remedo que sólo justifica el relato zafio del político que vive de, por y para la sigla. Allí donde haya ideas, allí irán los votos. Donde impere el sentido común de éste ser que se crece. De éste río derecho. De éste corazón no resuelto. España, por ejemplo.


Aburrimiento


Elvira Lindo en El País.

Qué repetidos estamos. Es habitual encontrarse a personajes públicos declarando que no comparten la afirmación identitaria del nacionalismo y apostillando inmediatamente, "incluyendo todos los nacionalismos, el español también". La apostilla es ya un clásico y no indica más que el temor que tiene un número importante de personas progresistas a ser señaladas como miembros del batallón contrario. Son temores nunca reconocidos por quienes lo padecen y que no sirven más que para ahogar cualquier debate. La apostilla debiera sobrar, sería lógico sobrentender que quien no entiende que los países se formen sobre la base de una pasión sentimental no hace una excepción con la nación española. En fin, qué importa ya. Lo que comienza a provocar el eterno conflicto autonómico español es una mezcla de desesperación y hastío. Es como si los problemas fundamentales siempre acabaran siendo devorados por los accesorios. El ser o no ser que nos es tan propio. Surge de pronto, como ahora, un asunto crucial, la crisis económica y, por un momento, queremos pensar que, lógicamente, acaparará la atención de todos (incluidos los que siempre están a lo suyo). Qué inocentes. Ya puede caerse el cielo sobre nuestras cabezas. Seríamos capaces de pelearnos por ver qué trozo de cielo nos corresponde a cada uno. Y no, no vale señalar a unos como más mezquinos que otros: al bonito juego del Tomaydaca se apuntan todos, incluidos quienes más lo critican.
Urge que la naturaleza de este país, España, se decida pronto, para no tener la incómoda impresión de que estamos permanente inacabados y que, como eternos adolescentes, no podemos acceder a los debates adultos. Urge un tipo de Estado, éste o el otro, para que esta indefinición e insatisfacción continuas no acabe por sumirnos en el peor de los estados posibles, el del aburrimiento.

jueves, 8 de octubre de 2009

Las trolas de un Presidente.

Emilio Calatayud

Conferencia del Juez de menores de Granada.



miércoles, 7 de octubre de 2009

Entrámpate tío

Arturo Pérez-Reverte en XL semanal.




Acabo de toparme en el correo con una publicidad bancaria que me ha puesto de una mala leche espantosa. Muchos de ustedes la conocerán, supongo. Se trata de un folleto destinado a los usuarios de una de esas tarjetas de crédito jóvenes, o como se llamen, Bluecard, o Greentarjeta, o Yellowsubmarine, que ahí no me he fijado mucho. Pero la tarjeta es lo de menos. De lo que se trata es de que el banco en cuestión, que para la cosa de recaudar viruta tiene tan poca vergüenza como el resto de los bancos y bancas que en el mundo han sido, plantea a sus jóvenes clientes una oferta de crédito tan descaradamente abyecta que, si no fuera porque el tal Solitario de los huevos no es más que un miserable sin escrúpulos y un payaso, casi aplaudiría uno que siguiera reventando ventanillas a alguna de tales entidades. No sé si me explico.

«Domicilia tu nómina y vete de viaje», es el reclamo inicial que encabeza el folleto, junto a la foto de una parejita jovencísima y feliz. Nada que oponer a eso, naturalmente. Aunque no exista, desde mi punto de vista, relación directa entre el hecho de domiciliar la nómina y subirse acto seguido a un tren, barco o un avión, uno podría seguir el consejo sin grandes objeciones. El mosqueo viene líneas más abajo, cuando el folleto añade «Londres, Roma, Berlín, París... Llévate un bono de 300 euros para viajar a esa ciudad que siempre has soñado conocer». Y aquí, la verdad, el asunto se enturbia un poco. En estos tiempos de educación para la ciudadanía –permitan que me tronche– y teniendo en cuenta que los destinatarios del folleto son gente muy joven, resulta poco edificante que la primera sugerencia a quien domicilia su primera nómina, lejos de aconsejarle ahorrar para un futuro más o menos próximo, consista en cepillarse alegremente esta nómina y las siguientes, en viajes alentados por el cebo del bono de marras, aunque éste financie parte del periplo.

Pero ésa es sólo la introducción, o proemio. Lo bonito viene luego. «Hasta 30.000 euros –pone con letras gordas– para lo que tú quieras.» Y suena tentador, me digo al leerlo. Si yo fuera joven imberbe y domiciliara mi nómina en tan rumbosa entidad bancaria, tendría asegurado un creditillo que, bien mirado, no deja de ser una pasta. Tal como está el patio, 30.000 mortadelos dan para que una parejita tierna, necesitada y con sentido común –30.000 x 2 = 60.000– pueda organizarse un poco mejor en la línea de salida. Lo malo es que, algo más abajo, cae mi gozo en un pozo. Porque «lo que tú quieras», o sea, lo que un joven de hoy necesita con más urgencia, a juicio del departamento de créditos del banco en cuestión, es «¿Un coche nuevo, una moto, un ordernador, el viaje de tu vida?». Dicho de otra manera: lo bueno de domiciliar la nómina para un joven de veintipocos años, o para una pareja de esa edad que decida plantearse una vida en común, no reside en que así puede uno amueblar la casa, comprar un coche para el trabajo –el folleto habla de «coche nuevo», no de uno a secas– o adquirir lo necesario para encarar la perra vida. Niet. Lo verdaderamente bonito del invento es que, entregándole la nómina a un banco, puedes entramparte como un gilipollas para los próximos diez años de tu existencia, a fin de comprarte una moto o irte a beber piña colada las próximas navidades al Caribe, como Leonardo di Caprio. Guau. Pero no todo queda ahí, colega. Faltaría más. Porque encima, si domicilias tu nómina y te echas encima el pufo –el primero de muchos, qué ilusión– del crédito a diez años para el imprescindible coche nuevo, tu banco, que es generoso que te rilas, permite que además trinques nada menos que una Wii –«Con su revolucionario mando inalámbrico descubrirás una forma diferente de jugar», puntualiza el folleto– casi sin enterarte. Sólo al pequeño costo de otro pufillo adicional: un año pagando una cantidad mensual que ni siquiera llega a 20 euros, tío. Pagando sólo, fíjate, la ridícula cantidad de 19,50 euros al mes. El non plus. Y claro. A ver quién va a ser tan idiota como para no embarcarse en el chollo: vacaciones, coche nuevo, moto, ordenador, y encima poder matar zombis con la Wii casi gratis, o sea. ¿Hay quien dé más? Con eso y un bizcocho, la vida resuelta hasta mañana a las ocho. Por la cara.

Hace mucho tiempo que no llamaba hijo de puta a nadie en esta página. Se lo prometí a mi madre, a mi confesor y a una señora de Pamplona que me paró por la calle para darme la bronca. Pero hay días en que el impulso resulta más poderoso que las buenas intenciones.

Hijos de puta. Hijos de la grandísima puta.

La letra ni con sangre entra.


La opinión de Félix de Azúa, en El Periódico de Catalunya.

Un amigo que tiene el infortunio de ser profesor de instituto advirtió la hoja de informes internos sobre la mesa del director. Cada día, un profesor de guardia anota lo que en la jerga burocrática suele llamarse "incidencias". Estos informes son secretos y ni siquiera sabemos si los realizan todos los centros de enseñanza media. El informe era tan escalofriante que, sin pensarlo dos veces, sacó una fotocopia y me la envió para que me percatase de la vida normal de un instituto en la España actual. Parecía un serial de adolescentes. Otra prueba de que la tele es el único centro pedagógico del país.
Un muchacho abofetea a una chica y cuando el profesor le sujeta por el brazo otros chavales gritan "¡Ahora, ahora!" y el profesor recibe una tunda de patadas. Una profesora expulsa de clase a un alumno y su compinche grita: "¡Dale una hostia, que no puede hacerte nada!". Hay escenas de sexo en los retretes, de violencia con padres de alumnos, porros por todas partes, amenazas, humillaciones, hurtos, y así durante tres folios. Es desolador porque ese instituto ni está en un barrio duro, ni es particularmente difícil.

Llamo a mi amigo y le digo que sería interesante publicar el informe tal cual está, sin añadir ni una coma, y que le pida permiso al colega que lo firma. Por supuesto, borrando los nombres y ocultando la ciudad del instituto. Así lo hace mi amigo, pero la respuesta es un grito de espanto. "¡Tú quieres que me maten! Como se enteren de que he divulgado ese informe, me trituran". ¿Quién? Sus propios jefes.


La ocultación de lo que está sucediendo en la enseñanza (la peor de Europa) se diría pactada por los funcionarios políticos y los sindicatos. Se sabe que solo en Catalunya el año pasado 163 profesores denunciaron agresiones de alumnos (ANP). ¡Cómo debió de ser cada uno de esos ataques para ponerlos en manos de nuestra adorable Administración! ¡Y cuántos deben de producirse para que aflore esa punta de iceberg!
Si así se conducen con los profesores, ¿cómo serán las relaciones entre los alumnos? Pues puro fascismo: terror y silencio.

lunes, 5 de octubre de 2009

¿Quién tiene la bandera más grande?

¿Quién tiene la bandera más grande?



¿Quién muestra gozoso su bandera gigante?, ¿Quién es el facha?