jueves, 31 de diciembre de 2009
Corre, Rocker. (14)
El lector ávido de sensaciones morbosas puede empezar ya a salivar porque entramos a partir de aquí en las primeras olas del torbellino rock que nos arrastró en dos de sus más clásicas vertientes: violencia y sexo.
Claro que, tratándose de nuestro caso, la arquitectura de ambos términos es parecida a la historia militar de los españoles en los últimos cuatro siglos, que para salir vencedores de alguna guerra no les quedó más remedio que declarársela a ellos mismo.
miércoles, 30 de diciembre de 2009
Corre, Rocker. (13)
España era un país donde, sobre el ensayo de la sección orquestal del futuro Estado del Bienestar, todavía sonaba como fondo la desafinada carraca cuartelera. Aquel mismo año terminaba yo mi servicio militar (algo por entonces nada "objetable") y pude asisitir desde dentro a la asonada chaplinesca del 23-F. De estar tocando con mi grupo aprovechando el pase pernocta, pasé a estar acuartelado con una ametralladora repleta de balas compartiendo la cara desencajada de mis compañeros. Nadie sabía lo que teníamos que hacer, ni cómo iba a acabar todo aquello. La única realidad clara de aquellos seres humanos de a pie, que vi una noche en el patio de un cuartel, era abstenerse de salvar cualquier cosa patriótica que, desde su puinto de vista, no necesitaba ninguna salvación. Era un país en el cual los punks compartían la acera con las monjas y se desalentaban amable y mutuamente con su sola presencia.
Unos meses después, en la madrileña sala Carolina, cuando estaba tocando el grupo punk los Reprisex, se subió un tipo al escenario exhibiendo una documentación de guardia civil y pretendiendo que dejaran de tocar porque "Ya estoy harto de vosotros, coño". Los pobres músicos reaccionaron con la actitud más punk posible, es decir, ignorándolo totalmente. En vista del éxito, el marcial individuo trasladó sus quejas al técnico de sonido conminándole con severas voces: "¡corta el sonido, ya!". El técnico, un individuo avispado, habiendo observado los logros de la estrategia desplegada por los músicos, siguió la misma táctica de total indiferencia. El supuesto benemérito decidió tomar medidas drásticas y no le quedó más posibilidad que dirigirse al encargado del local con una frase que pasó a las antologías episódicas de los músicos como emblemática: "Emilio, que no me hacen caso".
El incidente no me lo invento y refleja una curiosa simetría con la imagen de Tejero pasada por los espejos del callejón del Gato. Debe ser duro ser el mesías y encontrarte a tu llegada a la tierra con que el ser humano no tenía prevista tu visita en su agenda repleta de citas más interesantes. Vuelva a llamar otro día y pida hora. Veremos qué se puede hacer.
martes, 29 de diciembre de 2009
Corre, Rocker. (12)
Pero de nuevo hubo suerte y un vacío de poder en forma de crisis del partido mayoritario tuvo a los políticos distraídos por un tiempo. En esos casos, suele respirarse mejor en temas de intención expresiva. A continuación, una aplastante victoria socialista en las elecciones de 1982 vino a alargar sobremanera el recreo. Evidentemente, los nuevos inquilinos de la estilográfica que firma decretos tenían primero que organizarse. Ocupados en prepararnos la ingestión de unos cuantos sapos (ingreso en la OTAN, recorte de las pensiones...) no para hacernos tragar el renacuajo de desmantelar una programación que escuchaban cuatro o cinco mil adolescentes chalados. De todas esas casualidades nació para nosotros un lustro impagable, un tiempo muerto en el partido de la ruindad que, tarde o temprano, todos sabíamos que acabaría con el marcador habitual en el caso del género humano.
Corre, Rocker. (11)
Frente a eso, en Madrid se empezaba a desarrollar una ágil carrera de balandros. Empezabamos a ser, primero, asiduos de los viajes en autocar y, posteriormente, del puente aéreo. La costumbre del bilingüismo (un sano relativismo cultural) y el clima afable del Mediterráneo nos imposibilitaba la residencia definitiva. Defender allí la identidad propia del país de origen frente a la simplificación españolista, y vindicar en Cataluña la realidad del mestizaje inocente y sobrevenido de los emigrantes (verdadera carne de cañón) frente al nacionalismo impositivo, ese fue nuestro caso. Instalados en una permanente tierra de nadie, acusados de separatistas o colonialistas según qué pandilla de fanáticos levantara el dedo, pronto supimos que como todo aquel que se preocupa de los hechos cotidianos al exilio cultural por señalar la falacia de las grandes ideas que el bandolerismo institucional agitaba a uno y otro lado del Ebro. Seríamos reducidos a una simple moda, a algo banal, sin entidad cultural, sin peso verdaderamente artístico.
lunes, 28 de diciembre de 2009
Corre, Rocker. (10)
Para postre, se estaba llegando por aquellos días al vestíbulo del malentendido nacionalista (según el cual, cualquier cosa que atentara contra lo bienpensante, atenta conta Cataluña, dado que Cataluña será sensata o no será). Por contra, el nihilismo insurgente punk arraigaba con más facilidad en la juventud suburbana. Sus formas de expresión ruidosas y rudimentarias se llevaban bien con la urgencia y necesidad adolescente de que cualquiera pudiera acceder a una amplificación de su voz. En los barrios periféricos de las pobalciones industriales quienes más abundaban eran los descendientes de las sucesivas oleadas de emigrantes de habla castellana. De tal manera, todo lo castellano quedaba connotado, de una manera automática, como musicalmente agresivo e iletrado en aquella curiosa "bienséance".
Atrapados entre rockers son problemas de logopedia y folclóricos que se apropiaban arbitrariamente el monopolio de la juglaría para un uso privado de exaltación nacionalista, aquel ambiente hubiese sido nuestra muerte.
domingo, 27 de diciembre de 2009
Corre, Rocker. (9)
Una vez el dinero y las vacaciones se acababan, volvíamos a las clases y el grupo de exploradores iba filtarndo cada vez más a sus adeptos. Existe un tipo de alumno en cualquier escuela del mundo que no es brillante ni tonto, juega con habilidad al fútbol y es un buen compañero de salidas, ni drástico, ni aburrido. Mis camaradas odiaban a los empollones, pero disculpaban mis excelentes notas a causa del brillo pícaro y desobediente que, unido a una potencia intelectual en exceso precoz que dejó de crecer en algún momento, había puesto públicamente en apuros a más de un sacerdote en el colegio.
En lo que a mí me afecta, constataba que no siempre el erudito es quien más sabe y que aquellos que conocen todas las respuestas del cuestionario no son siempre los más inteligentes.
sábado, 26 de diciembre de 2009
Corre, Rocker. (8)
"Sobre 1980 se escuchaba una música excelente en los barrios. La actividad cívica, dentro del esperanzado horizonte democrático recién estrenado, había favorecido la inquietud cultural y el asociacionismo en la periferia de las ciudades" (...) Por una vez, ser un país que llega tarde a todas sus citas de la centuria nos benefició, volcando en la batidora una síntesis de medio siglo de influencias juveniles de la que se licuó una gota de carácter propio. Es decir, toda una generación proclive a la humorada nihilista. Decíamos llamarnos punks, pero en el fondo había una palabra castellana mucho más adecuada. Eramos gamberros, solo pacíficos y sencillos gamberros. la mejor definición que se me ocurre para un artista".
viernes, 25 de diciembre de 2009
Corre, Rocker. (7)
De una manera superficial, veíamos en esa generación una obsesión por el desgarro de la contienda del treinta y seis que nos parecía aburrida, provinciana y anclada en el pasado. Ingenuamente, pensábamos que, por no haber sido traumática para nosotros, la memoria de la guerra civil tampoco nos marcaría. De manera injusta, hacíamos un mismo paquete odioso con el cansancio de ese tema y otras preocupaciones de la generación precedente (masturbación culpable, problemas para aceptar la pulsión sexual indiscriminada, etc.). Aceptábamos nuestras ventajas como si fuera la normalidad, sin darnos cuenta de lo excepcional de nuestro caso. Los que debutamos como adolescentes ambiciosos en 1977 disfrutamos de una educación extraña e irrepetible. Hasta los doce o trece años recibimos en las escuelas los últimos y descafeinados rigores de la catequesis tardofranquista que, con la vista puesta en el futuro, ya ensañaba sus patéticos intentos de puesta al día. Eso nos otorgó perspectiva suficiente como para valorar hasta qué punto podía haber resultado desesperante y opresivo recibir toda tu educación en ese ambiente de fariseísmo. justo cuando empezábamos a segregar las hormonas de la edad más decisiva, empezó la transición democrática. Desfilaron entonces por aquellos colegios unos sexólogos y psicólogos que contradecían abiertamente la versión de la vida promovida por los sacerdotes apenas dieciocho meses antes. Esa visión tan seguida de las dos caras de la moneda creó toda una generación de escépticos posibilistas, de saludables cachorros de fauno. El grupo más efectivo de ácratas y terroristas culturales que he conocido tenía quince años y era un curso completo de bachillerato. El mayor susto para la gente de orden en cualquier época de transición hacia unas libertades puede ser comprobar con qué naturalisdad germina la semilla del librepensamiento entre los jóvenes.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
Corre, Rocker. (6)
Por tanto nos situamos en el extremo opuesto de los telúricos cantautores barceloneses de la guitarra de madera. Nosotros teníamos guitarras eléctricas y, con la misma voluntad de protesta que ellos, teníamos el punk rock. El entendimiento, a pesar de ese mismo origen, fue nulo por ambas partes. Los progresistas que habían nacido tres lustros antes que nosotros, después de desgastar su primera juventud bajo el techo gris de la última suela franquista, se decepcionaban ante unos frutos de la transición democrática que siempre resultaban magros con respecto a sus anhelos de alopecia y celulitis, dieron por sentado de manera superficial que a nuestra oposición estética le debía acompañar necesariamente la misma toma de posición ideológica. lo mínimo que nos llamaron fue fascistas. Resultaba inútil argumentar que interesarse por la cultura musical de un país no significa estar de acuerdo con su política exterior. Era vano también recordar que el rock procedía de los afroamericanos, el estamento más desposeído de aquella cultura. Todo eso puede parecer obvio ahora, pero entonces mi amigo J.M. fue zarandeado en Bilbao por una recia cuadrilla de muchachotes con camisas a cuadros que le acusaban de colonialista. El pecado de mi amigo era llevar tupé y cazadora de cuero en lugar de barba y melena. En la pupila de sus agresores brillaba la fiebre compulsiva del "hooligan" que dice en plural "hemos ganado" después del partido de su selección nacional.
Corre, Rocker. (5)
"Un sentimiento de humorada transgresora y de juego perverso empezó a impregnarlo todo. La idea de la diversión irracional parecía muy subversiva. Al fin y al cabo es el mismo origen seminal que encontramos en muchas vanguardias. En lo que a Madrid respecta, el mecanismo de amplificación decisivo fue que se trató de un fenómeno interclasista, alegre y caritativo. Solo allí sse mezclaron sin fanatismos los punks y los rockers, las diferentes tendencias sexuales, la alta burguesía de Liceo y el adolescente de instituto público" (...) Lo dífícil -continúo un tanto académicamente- era crear una épica propia. Después de generaciones de cruzadas y militancias en las resistencias intelectuales, todo el mundo quería frivolizar y reír hasta reventar. Solo era necesario un lugar donde reunirse para tomar la diversión como excusa, y Madrid hizo de caja de resonancia. Lo que luego sucedió es que a veces, de tanto reírse se resienten las mandíbulas; y todo llegó a un punto tan histérico que muchas sonrisas se quedaron inmoviizadas en muecas".
martes, 22 de diciembre de 2009
Corre, Rocker. (4)
"En los años siguientes, los habituales círculos herméticos, hecho el reparto parcelario de favores, anunciaron que se había acabado el recreo. Pusieron orden en el patio y empujaron suavemente al centro de la plaza el tótem de las razonables esclavitudes cívicas. En Cataluña, donde una coalición de conservadores nacionalistas ganó las primeras elecciones autonómicas, se notaron enseguida los efectos de la ofensiva bienpensante.
lunes, 21 de diciembre de 2009
Corre, Rocker. (3)
"En lo que tarda en darse tal descubrimiento, uno se compra un instrumento musical deduciendo que, de cara a las muchachas en flor, ese tipo anodino que en las fiestas está parado como un inútil al lado del tocadiscos resulta un poco más interesante si, por lo menos, hace el pasmarote con una guitarra colgada del omóplato. No cabía el alma de contento conmigo por haber desentrañado tantos misterios, cuando descubrí que la solución de un problema lo único que hace es poner al contacto con la atmósfera una nueva capa, más sensible y dolorosa del tejido problemático".
domingo, 20 de diciembre de 2009
Corre, Rocker. (2)
"Conservo el entrañable recuerdo de mi madre allá arriba en lo alto de su silla, soldando cuellos de camisa para pagar las cuentas del colegio salesiano. Recibí de los sacerdotes una educación valiosa e imprecisa, trufada de recomendaciones disparatadas. El punto más débil de su pensamiento era que basaban su epistomología en el comentario de texto de dos obras: un relato como titulado El catecismo y una novela por entregas llamada La Biblia. La trama resultaba enrevesada y la sintaxis bastante pobre. Los personajes quedaban desdibujados en su mayoría. Aparecían tres simpáticos contrabandistas que se dedicaban a transportar metales preciosos a través de las fronteras. Uno de ellos, Baltasar, era un claro antecedente de la novela nacional africana. Se esbozaban rudimentos de perspectivismo y narrador fragmentado. Recuerdo una segunda parte con cuatro periodistas que asistían a la rueda de prensa de un afamado surfista de Nazaret y posteriormente cada uno de ellos daba su versión del asunto.
Contado así podría parecer interesante, pero el autor fracasaba en la estructura y en el ritmo narrativo, dado lo cual prefirió negarse a firmar la obra, quedando esta como anónima y desperdiciándose un amplio horizonte de derechos de autor.
viernes, 18 de diciembre de 2009
Corre, Rocker
A partir de hoy os iré poniendo trocitos del libro "Corre Rocker". Una crónica personal de los ochenta, publicada por Sabino Méndez en el año 2.000.
"Y veo allá abajo a un tipo sentado que soy yo. Con un personaje imaginario a su lado que, en nombre de conceptos que no deberían tomarse nunca en vano, busca allanarse el camino hacia el éxito. Se habla en privado de vender rebeldía como si fueran enciclopedias y, en público, los peores momentos se decantan hacia la demagogia".
"Y veo allá abajo a un tipo sentado que soy yo. Con un personaje imaginario a su lado que, en nombre de conceptos que no deberían tomarse nunca en vano, busca allanarse el camino hacia el éxito. Se habla en privado de vender rebeldía como si fueran enciclopedias y, en público, los peores momentos se decantan hacia la demagogia".
miércoles, 2 de diciembre de 2009
El Estatut es sagrado
César Alonso de los Ríos en ABC
SI consideran anticonstitucional el Estatut, que cambien la Constitución. Este es el espíritu de la manifestación del 11. Un aviso al «resto». La versión callejera del Pacto del Tinell.
Para catalanistas y separatistas el Estatuto ha sido la expresión del Parlamento catalán refrendada por el «pueblo» de Cataluña en relación con el trato que se le debe a la lengua «propia», el reconocimiento de la conciencia nacional y el pacto con el Estado en términos de bilateralidad. Las discusiones de los miembros del Tribunal Constitucional durante tres años han sido maniobras personales y partidarias. Por ejemplo, a Pascual Sala y a Manuel Aragón no les gustaría terminar su vida profesional abrumados por la vergüenza de haber colaborado en la desintegración total de España. Que es lo que han hecho, voten lo que voten.
¿Estamos ante el final del proceso que comenzó con la redacción de la Constitución de 1978?
Desde luego para los catalanistas, aunque ni siquiera estos podrían descartar que el triunfo del Estatuto no sea la antesala de la independencia claramente definida como tal. Quiero decir que aún en esta situación sigue manteniéndose la distinción clásica entre catalanistas e independentistas y que todavía ese distingo sigue permitiendo que avancen estos hacia la soberanía plena son la oposición radical de los primeros. Porque esta división de actitudes todavía seguirá dándoles juego a unos y a otros en relación con cuestiones históricas, simbólicas, deportivas... y siempre en la perspectiva de la Unión Europea: la vía hacia un Kosovo indoloro «civilizado», con liga de futbol a ser posible y a vivir que son dos días. Como corresponde a una sociedad marcada por tres guerras civiles que ve en la «desintegración» de España no una ruptura y un trauma, sino un modo inteligente de garantizar la paz
jueves, 19 de noviembre de 2009
Los minusválidos catalanes no podemos ir por Europa
La carta de un lector de El Periodico de Catalunya
Estuve en Francia hace ya un tiempo. En general, cuando viajo no tengo problemas para que mis interlocutores comprendan que soy sordo profundo, y que por esta razón llevo conmigo un certificado que acredita mi invalidez. Los audífonos son evidentes; si no, se ven fácilmente señalándolos con el dedo. Pese a ello, cuando quise coger el tren de cercanías de París para ir a Eurodisney, por primera vez en mucho tiempo me pidieron ese certificado en las taquillas. Lo miraron atentamente, y me miraban a mí. El texto estaba en catalán. Les enseñé entonces una copia que tenía en castellano, pero dijeron que tampoco lo entendían. El tiempo iba pasando y el tren se disponía a salir, por lo que pagué el billete sin poder usar mi certificado para obtener el descuento al que tengo derecho.
Al volver a Barcelona, me dirigí al Institut Català d’Assistència i Serveis Socials de la Generalitat para solicitar unas copias del certificado en inglés y francés para poder acreditar mi invalidez sin necesidad de preguntas y diálogos complicados en una lengua que no es la mía. La respuesta la tuve en pocos días, a través de una carta que decía que los certificados solo se emiten en catalán y en castellano, que son los idiomas cooficiales de Catalunya. Gran descubrimiento. Respondí que yo necesitaba ese papel en inglés y francés. Todo siguió igual, por lo que fui a unas oficinas de la Generalitat de la calle de Tarragona, donde me dijeron que acudiera a un traductor oficial. ¡Vaya solución!: mínimo gasto para la Generalitat y máximo gasto (y molestias) para el usuario. El dinero que se destina a las embajadas catalanas en el mundo es más importante que el dedicado a los minusválidos. Evidentemente, aquí hay alguien que no piensa.
Eduard Viu
Barcelona
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Censo lingüístico
Jesús Royo en La Voz Libre.
Cuando se hace un censo, igual nos creemos que las preguntas son inocentes. No. Sobre todo, en el apartado referente a la lengua, detrás de las preguntas que se hacen hay todo un consenso político laborioso. Por parte del nacionalismo gloriosamente reinante, hay un auténtico oscurantismo militante. No quieren saber, no quieren que se sepa, no permiten que los ciudadanos declaren cuál es su lengua materna, la lengua que hablan en casa. En vez de esto, se pregunta “¿entiende el catalán?” Y claro, la gente contesta como si fuese un examen para aprobar. También debe haber quien lo entiende perfectamente y contesta que no para fastidiar.
En las hojas de matrícula escolar se pregunta “¿cuál es su lengua habitual?” Claro que, en el contexto de la escuela, declararse castellanohablante tiene un cierto grado de insumisión. Además, si toda la escuela es en catalán, es probable que el alumno castellanohablante considere que el catalán es su 'lengua habitual'. Entonces, la pregunta es ociosa... Sólo hay que imaginarse qué habría pasado si en la escuela franquista se hubiese hecho esta indagación: ¿cuántos catalanohablantes habrían declarado 'castellano' como 'lengua habitual'? ¿Y por qué?
En el impreso de matrícula de la 'Pompeu' (la Universidad Pompeu Fabra), se pregunta “cuál crees que debe ser la lengua docente: catalán/castellano/otras”. El detalle sutil está en el artículo 'la' y en que no aparece ninguna casilla para 'las dos'.
Puede parecer manicomial, pero es cierto. Yo mismo lo he visto en un congreso científico. Una personalidad de bastante prestigio académico razonaba que de ninguna manera se tenía que permitir que se preguntase a los ciudadanos sobre su lengua materna. Su explicación era muy 'pedagógica': eso sería como preguntar a un niño “¿a quién quieres más, a papá o a mamá?”. Sería cruel para el niño, porque se encuentra ante el dilema de escoger entre dos amores, inclinarse por uno de los dos, definirse. A lo mejor el ciudadano nunca había pensado que era castellanohablante. ¿Por qué tenemos que hacer que se defina, si eso le comporta una incomodidad o una pérdida de expectativas laborales o simplemente sentirse alejado de sus vecinos y amigos? Y sobre todo, el gran argumento era que, si se preguntase eso en un censo, nos estaríamos jugando todo el 'hecho nacional' a una carta...
Eso es intelectualmente perverso y políticamente denigrante. Los ciudadanos no somos niños, ¡por favor! Reivindiquemos un censo lingüístico. Y sobre números y mapas, que se presenten propuestas transparentes de gobierno. Y que se voten. Desdichado país, en el que hay que reivindicar las cosas evidentes.
lunes, 9 de noviembre de 2009
Pasos necesarios
FERNANDO FERNÁNDEZ MÉNDEZ DE ANDÉS Rector de la Universidad Nebrija. Foro de la Sociedad Civil, en ABC
Hay que agradecer al nuevo ministro su oferta de un Pacto Nacional de Educación. Hay que suponer también que es compartida por el Presidente de Gobierno y que supone una renuncia implícita a su política de hacer de la educación espacio preferido de confrontación ideológica. Hay que confiar por último que este Pacto se entendiese con voluntad de permanencia, no como mera operación táctica o coyuntural, como una nueva foto para visualizar el activismo del ejecutivo. Un pacto que ha de nacer del acuerdo de los dos grandes partidos mayoritarios, que son los llamados a gobernarlo, y que estuviera abierto a los agentes sociales y profesionales de la educación, pero que no dependiera de ellos. Me van a perdonar mis colegas, pero somos en parte responsables -por omisión, complacencia o corporativismo- de los males actuales. Somos un ejemplo de la debilidad de la sociedad civil española.
Con estas premisas permítanme que vaya directamente al grano y sintetice el Pacto necesario en tres palabras, calidad, competencia y eficiencia. La calidad de un sistema educativo es muy difícil de medir, es una variable multidimensional que refleja las funciones de utilidad de los diversos colectivos afectados, stakeholders en terminología empresarial. Pero convengamos que hay indicadores internacionales, estudios de referencia en los que España compara muy mal. Convengamos también que no es principalmente un problema de gasto público porque de esos estudios no se deriva una correlación positiva entre gasto y calidad de la educación. Es cuestión de instituciones, incentivos y participación de la sociedad.
La calidad de un sistema depende crucialmente de los objetivos que le han sido asignados. Si, como es el caso en muchas partes de España, el sistema educativo se ha concebido, diseñado y financiado con el objetivo de contribuir decisivamente a la creación de nuevas naciones, no podemos luego quejarnos de que sus resultados en términos de cohesión territorial, conocimientos académicos o competitividad económica sean manifiestamente mejorables. Centrar el objetivo es pues una condición necesaria del pacto. Habrá que reconocer que la descentralización educativa plena no ha funcionado bien si se trata de formar ciudadanos españoles más educados, más libres y más competitivos. Recuperar algunas competencias básicas del Estado Central parece una consecuencia inevitable. Si ello requiere un cambio constitucional no habría que tenerle miedo, se ha planteado su reforma para temas mucho menores, pero me van a permitir una herejía de ignorante en leyes. Se me ocurre que si los doce hombres y mujeres justos del Tribunal Constitucional son capaces de dedicar cinco largos años de sus vidas a compatibilizar el Estatuto de Cataluña con los preceptos constitucionales, bien podrían dedicarle otro tanto a la educación.
Contenidos y proveedores son otros dos aspectos básicos de la calidad. Sobre los primeros se ha discutido desde los inicios de la Humanidad. Pero convengamos en que hoy el objeto de la educación no es tanto ofrecer conocimientos como enseñar a discernir, aprender a aprender. Vivimos en una sociedad donde la información es prácticamente gratuita y abundante, si uno la sabe buscar convenientemente. Demos pues a nuestros estudiantes las herramientas y los criterios para entender el mundo que les ha tocado vivir y para progresar en él. Despertemos en ellos el gusto por la lectura y el afán por la experimentación, expongámoslos a los clásicos y a los descubrimientos científicos más novedosos, pero sobre todo rompamos esa dicotomía mortal entre Ciencias y Letras. Siempre he tenido envidia de esos malditos ingleses que después de pasarse varios años leyendo a Virgilio y Aristóteles son capaces de estudiar Bioquímica o gestionar un banco. Eso es aprender y esa la versatilidad necesaria para la economía global.
Sobre proveedores de educación no deberíamos ya discutir. Deberíamos tener ya claro que el modelo único de enseñanza pública impuesto por la Revolución Francesa para hacer ciudadanos a golpe de instrucción obligatoria está obsoleto. Más cercana está incluso la Revolución Cultural y sus mil flores. Porque efectivamente la buena educación hoy requiere experimentar también con las formas tradicionales de proveerla, sin tabús ni cegueras ideológicas. Déjenme que les ponga dos ejemplos de esos prejuicios que impiden un debate constructivo, los uniformes escolares y la educación segregada por sexo.
Los primeros ha reaparecido en Estados Unidos de la mano de padres conscientes y preocupados del Bronx y de Harlem, que no son precisamente oasis de lujo, que entienden que la buena educación es una formación en valores y empieza por respetarse uno mismo y a los demás mediante lo que antaño llamábamos urbanidad. La segunda nunca ha desaparecido, quizás porque es la educación favorita de las élites intelectuales y progresistas de Nueva Inglaterra. No defiendo ninguno de los dos ejemplos. Pero tampoco los condeno. El punto es la libertad para que los ciudadanos elijan el modelo educativo que mejor satisface sus preferencias, la voluntad del Estado para respetarlos y la disposición a financiarlos sin exclusiones ni prejuicios. Y el compromiso de los padres con un modelo educativo en el que creen. Así han conseguido otros países mejorar significativamente los resultados académicos.
En España, por razones comprensibles, a la salida del franquismo optamos por un sistema educativo que es una mala copia del francés, mala por tardía y porque le falta el elemento unificador. Hora es ya de reconocer que se ha quedado obsoleta. Ha conseguido además alejar a los padres de la educación, porque se les veía como reaccionarios que impedían el cambio social. Hemos transferido la responsabilidad al Estado, de hecho a las Comunidades Autónomas, que invaden parcelas crecientes de libertad individual. Revertir esa tendencia porque ha fracasado en producir ciudadanos cultos y bien preparados es una componente necesaria del Pacto educativo. Confiar en los padres y devolverles la capacidad de elegir. Hacer competir a las instituciones educativas por atraer a los mejores alumnos, los mejores profesores, las mejores metodologías, deberían ser los principios inspiradores de este Pacto. Financiar a los estudiantes y no a las instituciones, subsidiar a los más necesitados y primar a los más brillantes, huir de la uniformidad, incentivar la aparición de gestores profesionales de centros educativos y asegurar que los propios centros se beneficien también de las mejoras en el rendimiento de sus alumnos. Todo ello son pasos necesarios y todos han de ir acompañados de un incremento sustancial en la transparencia en la gestión de fondos públicos para aumentar una eficiencia siempre conveniente y más en tiempos de crisis. Porque de lo que estamos hablado es de la necesidad de encontrar un nuevo espacio de colaboración entre la iniciativa privada y pública en la gestión de un servicio público como es la educación. Algunos, los más reaccionarios, lo llamarán privatización para matar toda posibilidad de discusión racional. Otros, entre los que estoy seguro estará el ministro Gabilondo, lo llamarán fomentar la pluralidad y la experimentación.
domingo, 8 de noviembre de 2009
Tautologías
Jon Juaristi en ABC
EN El Correo del pasado viernes, Joseba Arregi plantea una interesante
serie de preguntas que deja sin respuesta o, mejor dicho, con una
tautología que obliga a seguir preguntando. ¿Por qué ETA no
desapareció con la transición a la democracia? Porque la sociedad
vasca, o una parte muy significativa de la sociedad vasca, ha
derrochado tolerancia y comprensión con los terroristas. La cuestión
que habría que formular a continuación es, obviamente, a qué se ha
debido tanta comprensión. Con todo, las preguntas de Arregi son muy
pertinentes, y sus respuestas tautológicas, nada vanas, porque, al
menos, impiden desviarse por los vericuetos estúpidos que tanto gustan
a los nacionalistas, como aquellos de la opresión nacional, cultural,
lingüística y majaderías similares. Arregi plantea sus preguntas con
rigor y valentía, y, desde luego, una de ellas encubre la respuesta
del millón. Quien sabe preguntar, responde preguntando, y es lo que
Arregi consigue -una respuesta redonda- al preguntar qué hace el PNV a
estas alturas reclamando una independencia nacional vasca como si
fuera un derecho natural perseguido y negado por España, y no, añado
yo por mi cuenta, una solemne gilipollez inventada a finales del siglo
XIX por un par de señoritos resentidos que nunca dieron un palo al
agua por no cansarse. Lo que hace el PNV es bastante evidente para
quien quiera verlo: seguir suministrando comprensión y coartadas
sentimentales a ETA. O, en otras palabras, facilitar la labor de los
corruptores de menores que reclutan nuevos terroristas para la banda.
Como bien dice Arregi, ya se ha hecho tarde para sostener que la
reivindicación de la independencia es inocente y no tiene conexión
alguna con el terrorismo. Cincuenta años y un millar de asesinados
demuestran lo contrario.
Hace ya muchos años, cuando los ciudadanos muertos a manos ETA no iban
ni por la mitad, propuse otra tautología: ETA mata porque en el País
Vasco hay mucho asesino suelto. Es cierto que las tautologías son
preguntas redundantes, preguntas disfrazadas de respuesta, pero, al
suscitar nuevas preguntas, van iluminando a los que de verdad quieren
enterarse de lo que se juegan en la respuesta y evitan mirar con
fijeza paranoica el dedo que señala la luna. Una tautología como la
última mencionada plantea una cuestión tan marginal al devaneo
ideológico como las sensatísimas preguntas del artículo de Arregi:
¿por qué el País Vasco ha producido tanto asesino en estos cincuenta
años? La Audiencia Nacional ha condenado muy recientemente a un
anciano dirigente nacionalista, padre y tío de etarras, por negar la
condición de asesinos de los asesinos de ETA. No discuto la sentencia,
pero me temo que es lo que piensa todavía hoy la mayoría de los
nacionalistas vascos, aunque no se atrevan a decirlo. Que matar por la
independencia de Euskadi, Euskal Herria o como quiera que llamen al
delirio de Sabino Arana, no es asesinar, sino matar en legítima
defensa de la patria oprimida. Si se les preguntase en qué se
manifiesta tal opresión, algunos aducirían ciertas paridas
coyunturales, como, por ejemplo, que el PSE y el PP vascos,
teledirigidos desde Madrid, han echado al PNV del gobierno autónomo
(obviando el insignificante detalle de que esa ha sido la voluntad
democrática de la mayoría de los vascos), pero todos aludirían a la
existencia, en las cárceles españolas, de un montón de presos vascos
que, al parecer, no merecen lo que les pasa. O sea, que Euskadi está
oprimida porque hay gente que mata por Euskadi. Típica tautología de
pederasta: sabiendo cómo soy, no me pongan delante niños ni guardias
civiles.
sábado, 7 de noviembre de 2009
jueves, 5 de noviembre de 2009
Germen nacionalista
Os dejo un trocito del discurso que brindó Miquel Roca, en la concentración del 11 de setiembre de 1976 en Sant Boi de Llobregat. Así nos luce el pelo.
Se´ns ha dit que tot això és un "nacionalismo de campanario". El qui ho deia despectivament no sabia, potser, que a nosaltres això no ens molesta. El nostre és un nacionalisme de campanar, sí, un nacionalisme que pujarà als campanars per tocar les campanes de la llibertat. Les campanes i les sirenes de les fàbriques, que reuniran tot un poble, ressorgit de les cendres de la persecució i de la repressió; al llarg de la história hem resistit, hem guanyat!
Però les campanes no es quedaran mortes en el seu tocar quan arribin als límits de Catalunya. Se sentiran més enllà, i les seves campanes, de les seves viles i ciutats, dels nostres germans del País Valencià i de les Illes, de Castella i d´Andalusia, del País Basc i de Galícia, d´Extremadura i d´Aragó, s´ajuntaran amb les nostres, perquè si Catalunya toca a llibertat, amics, és que a tot l´estat haurà arribat també l´hora de la llibertat.
miércoles, 4 de noviembre de 2009
Esa gentuza
Una columna de Arturo Pérez-Reverte
Paso a menudo por la carrera de San Jerónimo, caminando por la acera opuesta a las Cortes, y a veces coincido con la salida de los diputados del Congreso. Hay coches oficiales con sus conductores y escoltas, periodistas dando los últimos canutazos junto a la verja, y un tropel de individuos de ambos sexos, encorbatados ellos y peripuestas ellas, saliendo del recinto con los aires que pueden ustedes imaginar. No identifico a casi ninguno, y apenas veo los telediarios; pero al pájaro se le conoce por la cagada. Van pavoneándose graves, importantes, seguros de su papel en los destinos de España, camino del coche o del restaurante donde seguirán trazando líneas maestras de la política nacional y periférica. No pocos salen arrogantes y sobrados como estrellas de la tele, con trajes a medida, zapatos caros y maneras afectadas de nuevos ricos. Oportunistas advenedizos que cada mañana se miran al espejo para comprobar que están despiertos y celebrar su buena suerte. Diputados, nada menos. Sin tener, algunos, el bachillerato. Ni haber trabajado en su vida. Desconociendo lo que es madrugar para fichar a las nueve de la mañana, o buscar curro fuera de la protección del partido político al que se afiliaron sabiamente desde jovencitos. Sin miedo a la cola del paro. Sin escrúpulos y sin vergüenza. Y en cada ocasión, cuando me cruzo con ese desfile insultante, con ese espectáculo de prepotencia absurda, experimento un intenso desagrado; un malestar íntimo, hecho de indignación y desprecio. No es un acto reflexivo, como digo. Sólo visceral. Desprovisto de razón. Un estallido de cólera interior. Las ganas de acercarme a cualquiera de ellos y ciscarme en su puta madre.
Sé que esto es excesivo. Que siempre hay justos en Sodoma. Gente honrada. Políticos decentes cuya existencia es necesaria. No digo que no. Pero hablo hoy de sentimientos, no de razones. De impulsos. Yo no elijo cómo me siento. Cómo me salta el automático. Algo debe de ocurrir, sin embargo, cuando a un ciudadano de 57 años y en uso correcto de sus facultades mentales, con la vida resuelta, cultura adecuada, inteligencia media y conocimiento amplio y razonable del mundo, se le sube la pólvora al campanario mientras asiste al desfile de los diputados españoles saliendo de las Cortes. Cuando la náusea y la cólera son tan intensas. Eso me preocupa, por supuesto. Sigo caminando carrera de San Jerónimo abajo, y me pregunto qué está pasando. Hasta qué punto los años, la vida que llevé en otro tiempo, los libros que he leído, el panorama actual, me hacen ver las cosas de modo tan siniestro. Tan agresivo y pesimista. Por qué creo ver sólo gentuza cuando los miro, pese a saber que entre ellos hay gente perfectamente honorable. Por qué, de admirar y respetar a quienes ocuparon esos mismos escaños hace veinte o treinta años, he pasado a despreciar de este modo a sus mediocres reyezuelos sucesores. Por qué unas cuantas docenas de analfabetos irresponsables y pagados de sí mismos, sin distinción de partido ni ideología, pueden amargarme en un instante, de este modo, la tarde, el día, el país y la vida.
Quizá porque los conozco, concluyo. No uno por uno, claro, sino a la tropa. La casta general. Los he visto durante años, aquí y afuera. Estuve en los bosques de cruces de madera, en los callejones sin salida a donde llevan sus irresponsabilidades, sus corruptelas, sus ambiciones. Su incultura atroz y su falta de escrúpulos. Conozco las consecuencias. Y sé cómo lo hacen ahora, adaptándose a su tiempo y su momento. Lo sabe cualquiera que se fije. Que lea y mire. Algún día, si tengo la cabeza lo bastante fría, les detallaré a ustedes cómo se lo montan. Cómo y dónde comen y a costa de quién. Cómo se reparten las dietas, los privilegios y los coches oficiales. Cómo organizan entre ellos, en comisiones y visitas institucionales que a nadie importan una mierda, descarados e inútiles viajes turísticos que pagan los contribuyentes. Cómo se han trajinado –ahí no hay discrepancias ideológicas– el privilegio de cobrar la máxima pensión pública de jubilación tras sólo 7 años en el escaño, frente a los 35 de trabajo honrado que necesita un ciudadano común. Cómo quienes llegan a ministros tendrán, al jubilarse, sólidas pensiones compatibles con cualquier trabajo público o privado, pensiones vitalicias cuando lleguen a la edad de jubilación forzosa, e indemnizaciones mensuales del 100% de su salario al cesar en el cargo, cobradas completas y sin hacer cola en ventanillas, desde el primer día.
De cualquier modo, por hoy es suficiente. Y se acaba la página. Tenía ganas de echar la pota, eso es todo. De desahogarme dándole a la tecla, y es lo que he hecho. Otro día seré más coherente. Más razonable y objetivo. Quizás. Ahora, por lo menos, mientras camino por la carrera de San Jerónimo, algunos sabrán lo que tengo en la cabeza cuando me cruzo con ellos.
martes, 3 de noviembre de 2009
domingo, 1 de noviembre de 2009
La diferencia entre ayudar a Catalunya o salvarla.
En el libro: "Roca, l´últim segon", encontramos una anécdota muy interesante ya que clarifica los diferentes tipos de nacionalista catalán.
Trias Fargas, sota aquella aparença d´aristòcrata anglés, era un foteta increible. I s´en fotia molt, de Roca i de Pujol. Quan es dirigia a Pujol sempre li deia: "El que tu diguis, líder, si ho diu el líder..."
Hi ha una anècdota il-lustrativa d´aquesta relació, datada el 1.977, Pujol i Trias, amb Josep Verde Aldea, estaven gravant en una emissora la falca de publicitat electoral del Pacte Democràtic per Catalunya. Trias va incloure en la seva intervenció la frase "...i tots viureu millor". Pujol i Verde li van fer notar que hauria d´haver dit viurem, i no el pejoratiu viureu. Però per fer aquella modificació Trias havia de repetir la seva intervenció sencera, i com que eren les tres de la tarda, s´hi va negar.
-N´estic fart. Marxo-va dir.
-Jo bé em quedo, i aixó que avui és el meu aniversari de casament -li va replicar Pujol.
-Tu vols salavar Catalunya, i per tant t´has de quedar. Jo, com que només vull ajudar-la, marxo.
I se´n va anar.
Trias Fargas, sota aquella aparença d´aristòcrata anglés, era un foteta increible. I s´en fotia molt, de Roca i de Pujol. Quan es dirigia a Pujol sempre li deia: "El que tu diguis, líder, si ho diu el líder..."
Hi ha una anècdota il-lustrativa d´aquesta relació, datada el 1.977, Pujol i Trias, amb Josep Verde Aldea, estaven gravant en una emissora la falca de publicitat electoral del Pacte Democràtic per Catalunya. Trias va incloure en la seva intervenció la frase "...i tots viureu millor". Pujol i Verde li van fer notar que hauria d´haver dit viurem, i no el pejoratiu viureu. Però per fer aquella modificació Trias havia de repetir la seva intervenció sencera, i com que eren les tres de la tarda, s´hi va negar.
-N´estic fart. Marxo-va dir.
-Jo bé em quedo, i aixó que avui és el meu aniversari de casament -li va replicar Pujol.
-Tu vols salavar Catalunya, i per tant t´has de quedar. Jo, com que només vull ajudar-la, marxo.
I se´n va anar.
El castellano en Cataluña
La carta de un lector de El País:
Muy a mi pesar, como catalanista y de izquierdas, tengo que reconocer que, en Cataluña, el uso del castellano está restringido, no existe la posibilidad de expresarse o recibir información en los dos idiomas oficiales. Como ejemplo puedo indicar que mi madre, persona que habla y piensa en castellano, que además es de avanzada edad y está más bien regular de salud, cada vez que recibe una notificación de su médico, que por desgracia son muchas, tengo que traducírsela al castellano, porque únicamente está escrita en catalán. Esta situación me parece muy pobre, y desde luego no me sirve que algún político me diga que puedo exigir que la Administración se dirija en el idioma que conoce o que tiene a su disposición escuelas de adultos para aprender catalán. Es decir, el uso y entendimiento del catalán es obligatorio y no un derecho para todo el mundo en Cataluña, ésta es una situación lamentable y que restringe los derechos constitucionales de las personas, y desde mi punto de vista hace más pequeño a un país.
DAMIÁN BARRANCO GÓMEZ - Terrassa, Barcelona
sábado, 31 de octubre de 2009
Manipulación nacionalista
En el libro: "Roca, l´últim segon", Andreu Farràs y Toni Soler, explican un ejemplo de manipulación nacionalista a través de los medios:
"El cas més sonat va ser al principi de 1995. Els informatius del canal català cobrien la informació de la cavalcada de Reis a barcelona. Davant la manca d´equips disponibles, es van contractar a corre-cuita els serveis d´una productora privada perquè subministrés les imprescindibles imatges del candidat Roca, amb la néta al coll, mirant la cavalcada com un ciutadà més. Aquest fet va motivar la indignació de l´oposició i també la dels profesionals de TV3·".
viernes, 30 de octubre de 2009
Little Gidding
jueves, 29 de octubre de 2009
Malas noticias para los cacicatos
HERMANN TERTSCH en ABC
La agencia internacional de calificación crediticia Moody´s ha
anunciado que va a rebajar la valoración de todas las comunidades
autónomas españolas, incluidas aquellas que pretenden no serlo. Las
regiones autónomas que llevan años agitando, con violencia o sin ella,
las pretensiones independentistas están financieramente tan acogotadas
o más que las que se conforman, sin alardes identitarios, en gastar
cómodamente el dinero que recauda el Estado. Lenta pero
inexorablemente se va imponiendo en los observatorios y gabinetes de
análisis del exterior la certeza de que la fragmentación progresiva
del Estado español, la administrativa, la judicial, la policial, la
del mercado y la legislativa, se han convertido en una losa que hará
extremadamente difícil, si no imposible, que España se recupere
económicamente en un futuro previsible. Los que aún hablaban hace unos
meses del año 2010 como fecha previsible de recuperación son ya
literalmente un hazmerreír. Los que hablan de un lustro de travesía
por un desierto en el que vaguemos con más de cinco millones de
parados no son los más pesimistas. Pero el desastre al que nos aboca
este «auténtico Estado de las autonomías» que el Gran Timonel cree
haber instaurado ahora con este sistema de financiación autonómica no
sólo se refleja por supuesto en la degradación del crédito de España.
Sino también en el de todas y cada una de sus 17 partes. La decisión
de Moody´s es, que yo sepa, la primera reacción internacional al gran
plan de financiación autonómica, del que sólo sabemos lo que se llevan
los campeones del chantaje o los favorecidos por las conveniencias
particulares de Zapatero. Hasta la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra,
con sus especiales privilegios, por completo inexplicables en el
exterior, se las van a ver y desear para conseguir créditos no ya para
modernizar sus infraestructuras y reformar sus economías, sino para
pagar a sus funcionarios y mantener sus gastos corrientes en general.
Son inexplicables fuera porque en ninguna democracia moderna se pueden
entender los cambalaches que se han hecho en nuestro país so pretexto
de supuestos derechos históricos, fueros medievales o deudas
históricas.
En otras comunidades, convertidas en cacicatos por la falta de
alternancia en el poder y la lógica socialista de gastar el dinero
llegado de Madrid y Bruselas casi exclusivamente en comprar
fidelidades, es decir en sueldos e instituciones y organizaciones que
justificaran éstos, la situación es probablemente más tramática aun.
Porque a los gastos corrientes para financiar a los leales a la taifa
hay que añadir los problemas sociales que lejos de haberse paliado
durante los años de crecimiento, se han disparado. Las sociedades en
las que el ritmo de crecimiento del funcionariado es parejo a la
destrucción de empleo entre los autónomos y el cierre de empresas no
son precisamente atractivas para invertir. Menos aun cuando la
descomposición social, el fracaso escolar, el absentismo y la ridícula
productividad hacen prever un deterioro de las condiciones en un
futuro que ya está aquí. Así las cosas aquí está el aviso. Si España
no logra revertir muchos de los disparates cometidos en décadas pero
agravados bajo esta tropa gobernante, que pierdan toda esperanza los
cacicatos de salvarse por su cuenta. Tienen tan poco crédito como el
país de las maravillas de nuestra Alicia de León.
miércoles, 28 de octubre de 2009
La encuesta del Ararteko
La opinión de Santiago González
Iñigo Lamarca, el ararteko, ha dado a conocer una encuesta sobre la actitud de los escolares vascos rspecto al terrorismo, realizada a 762 adolescentes en las edades de la ESO, entre los 12 y los 16 años. El 14,8% de los encuestados se opone a rechazar a ETA, mientras otro 14% evita pronunciarse al respecto.
La ETB del antiguo régimen habría titulado: "Más de un 70% de los jóvenes vascos se oponen a la violencia". Todos los veranos era un clásico la encuesta que nos era presentada con el siguiente titular:
"El 85% de los vascos no se irían a vivir fuera de Euskadi aunque les garantizaran el mismo salario en otro lugar".
¿Quién se iría fuera de su tierra, su casa, su paisaje habitual y sus amigos, para ganar lo mismo, se preguntaba uno (es probable que también Uno) al oír cada verano semejante melonada?
Algo ha debido de cambiar, porque hasta Deia enfoca la noticia por la anómala excepción, pero hay en la encuesta del Ararteko algún detalle de interés, al desagregarla por modelos lingüísticos. Resulta que los estudiantes del modelo A, que se imparte en castellano, muestran un rechazo del terrorismo en el 80%, en castellano. El porcentaje de repudio a ETA baja hasta el 62% entre quienes estudian en el modelo D, que se imparte en euskera. La actitud más alta de rechazo a ETA, la condena sin paliativos del terrorismo, que alcanza el 46% en el modelo A, se queda en el 17% en el modelo D.
Es justo recordar en este punto el escándalo que suscitó Mikel Azurmendi al al calificar el euskera como "la lengua en la que se mata", ya se sabe que las metáforas son interpretadas muy a menudo en sentido literal. Exageraba. Es sólo la lengua en la que se enseña a nuestros escolares a disculpar el crimen.
martes, 27 de octubre de 2009
lunes, 26 de octubre de 2009
Mentiras y gordas de una Ministra de Cultura.
No hace falta ser médico para ser ministro de Sanidad ni militar para serlo de Defensa. Bien pensado, es lógico que la nueva ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde sea cómplice del guión de "Mentiras y Gordas"
Un bodrio infumable, con un guión sonrojante. Eso sí, un éxito de taquilla y la autopista hacia el ministerio de Cultura.
Un bodrio infumable, con un guión sonrojante. Eso sí, un éxito de taquilla y la autopista hacia el ministerio de Cultura.
domingo, 25 de octubre de 2009
Entre los escombros de babel
Fernando García de Cortázar en el ABC
«Ahora, pues, descendamos y confundamos allí sus lenguas, para que no se entiendan los unos con los otros». Así dice la Biblia que Dios castigó la soberbia de los hombres, en su deseo de construir una torre con la que conquistar el cielo: por eso se la llamó Babel que es lo mismo que decir, confusión , balbuceo. Así parece que algunos grupos políticos quieren reconstruir en España un paraíso políglota para uso y disfrute de viajeros románticos, cerrando espacios a la libre y fácil circulación de ciudadanos, levantando por aquí y por allá aduanas lingüísticas.
Lamentablemente, la posibilidad de entenderse en una lengua común, elogiada, incluso, por el poeta catalanista Aribau en 1817, ya no se ve en España como una ventaja, sino como una penitencia impuesta por Goliats implacables y abusivos. Hoy es una moda casi unánime alegrarse por nuestra valiosa riqueza lingüística, y a nadie le sorprende que esas hablas recónditas, propias de algún verde valle asturiano, aragonés, leonés o extremeño, sean la delicia de los políticos regionales. Los partidarios de Babel están tan convencidos de que multiplicar las lenguas multiplica la riqueza cultural que, algunos, hasta se animan a exportar su autocomplaciente receta por medio mundo. Y así, en marzo de este año, gracias a la televisión catalana, hemos podido ver a Carod Rovira dedicando un millón de euros a fomentar el bilingüismo entre los indios shuars del Ecuador. Dinero de los españoles para que aquéllos aprendan su propia y antiquísima lengua. La imagen del político nacionalista aceptando la lanza india que le ofrecía el jefe shuar en perfecto castellano y medio en cueros, además de grotesca, demuestra que Unamuno no se equivocaba cuando, ya hace más de noventa años, dijo que el ideal de ciertas gentes es ver cada terruño con su lengua rústica.
Rectificar lo tradicional por lo racional fue la consigna y el proyecto de Azaña en la Segunda República. Las lenguas tienen una finalidad utilitaria: sirven fundamentalmente para comunicarse, y aquellas que tienen alcance universal, como el inglés, como el español, son puentes, instrumentos de unión y no de aislamiento. Esto, al menos, nos dicen la razón y la historia. Pero esta concepción de la lengua apenas ha tenido peso en la España de las comunidades autónomas. Aquí, lo tradicional corrige lo racional. Aquí, una lengua, cualquier lengua, es mucho más que algo para entenderse. Aquí, quien más quien menos, se ha ido adhiriendo al ideario nacionalista, según el cual la lengua no la hablan las personas sino los pueblos, o peor aún, los territorios.
«Normalización» ha sido y es la amenazadora palabra utilizada por los gestores de las comunidades bilingües para implantar la lengua autóctona, y minoritaria, en todos los ámbitos de la vida oficial y social de la región, relegando al castellano a un papel secundario de vehículo de comunicación con el resto de España y un nivel similar al que supone el inglés en las relaciones internacionales. Y para que este implacable proceso de planificación cultural alcance su meta, cualquier despilfarro parece justificado. En 2008 la Generalitat catalana invirtió 42 millones de euros en Política Lingüística, el doble que en 2007, mientras que Baleares gastó más de seis y la Xunta del desaparecido Touriño alrededor de 23. Todo, dinero público para que no se hable castellano.
Este brutal eufemismo, «normalización lingüística», acompañado por gestos de doncella azorada ante los imaginarios ultrajes del lucifer castellano, está diseñado para despertar simpatía y comprensión. Pero detrás de esa puesta en escena se oculta un deseo de homogeneización contrario al pluralismo social, además de una grosera conquista y conservación del poder político y de control del erario público por parte de ciertas elites regionales, ansiosas de promoción social. El término, hoy en boca de todos, me recuerda las tergiversaciones verbales de los partes alemanes de la Primera Guerra Mundial: por ejemplo, «avance elástico sobre la retaguardia» para no decir retroceso. Porque si nos atenemos a la normalidad, o a la integración y cohesión social de la que nos hablan una y otra vez las autoridades regionales, la lengua a proteger debería ser el castellano, la lengua común y de la mayoría de catalanes, vascos, gallegos o baleáricos , la del resto de españoles y la de mayor parte de los trabajadores emigrantes. Pero los nacionalismos y asimilados siempre dan por hecho que su proyecto político es algo escrito en las estrellas, un derecho natural, casi divino. Y por lo que respecta a sus planes lingüísticos, han conseguido que la mayoría de españoles se muestren aquiescentes y sumisos, cuando no entusiastas, como en el caso de los socialistas catalanes y de Baleares, fanáticamente incorporados al aquelarre de los atentados contra los derechos de los castellanohablantes.
Hace muchos años que Ortega se lamentaba: «¿No es cruel sarcasmo que luego de tres siglos y medio de descarriado vagar, se nos proponga seguir en la senda tradicional?». Sarcasmo aún mayor: que, en pleno siglo XXI, no sólo siga en pie esa propuesta, sino que triunfe. Lo supo ver, con claridad desmitificadora, el llorado filólogo Juan Ramón Lodares, quien hace ya tiempo advirtió que esta España de los pueblos que se nos presenta ahora como el colmo de la modernidad, con sus ricas lenguas oficiales y sus otras muchas variedades dignas de especial protección por los gobiernos autónomos es, en esencia, una España antiquísima. La que irritaba a Ortega y Azaña. La de los tradicionalistas revestidos ahora de nacionalismo. La de siempre.
Y no deja de ser paradójico que mientras Zapatero se llena la boca proclamando su cruzada en defensa de las libertades, su Gobierno mire pudorosamente hacia otro lado cuando éstas se asfixian en el ámbito lingüístico. ¿Cómo cerrar los ojos ante los millones de personas que se ven postergadas y a veces coaccionadas por el simple hecho de querer utilizar su propio idioma de alcance universal? ¿Cómo ignorar la célebre policía de la lengua catalana o los tribunales que amparan las denuncias anónimas y multan los usos lingüísticos que desagradan a los nacionalistas y socialistas? ¿Cómo no sentir claustrofobia e indignación ante la agresiva campaña del gobierno balear para sustituir el bilingüismo en las islas por un predominio absoluto del catalán?
Lo más triste... que hasta ahora los fundamentalistas de la «normalización» han conseguido confundir el problema con su denuncia y convertir en verdugos a las víctimas. Las quejas se acallan diciendo que no hay quejas, acusando a los descontentos de querer levantar polémica, o tachando a aquellos ciudadanos que denuncian la discriminación lingüística de fachas y retrógrados. Así de fácil. Así de cínico.
Pero no es cierto, como se lamentaba Jonathan Swift, que no se gana nada con defender la libertad. Siempre se gana algo, aunque sólo sea la conciencia de la propia esclavitud. Y cuando me hablan del compromiso de Patxi López en defensa de la libertad lingüística, recuerdo vivamente el coraje de las plataformas cívicas que mantienen esa llama en unos territorios donde la democracia y la razón se pervierten a golpe de anacronismo e ilegalidad. Y escucho el sonido de sus voces, y sus palabras llenas de sensatez, y comprendo su valiente escepticismo, pues saben que la tiránica hegemonía de las lenguas minoritarias no se ha edificado sobre las virtudes de los nacionalistas, sino sobre la hipocresía de los conversos y la pusilanimidad o los silencios de los demás.
sábado, 24 de octubre de 2009
viernes, 23 de octubre de 2009
jueves, 22 de octubre de 2009
Situación límite: ¡Ultraje a la paella!
Un artículo de Rafael Sánchez Ferlosio publicado en El País nada más y nada menos que en el año 1.983. El tema ya se veía venir...
Con esta peste catastrófica de las autonomías, las identidades, las peculiaridades distintivas, las conciencias históricas y los patrimonios culturales, la inteligencia de los españoles va degradándose a ojos vista y se la ve ya acercarse peligrosamente a los mismos umbrales de la oligofrenia. Reciente está todavía, en estas páginas, la oleada de cartas catalanas sobre el inefable pleito de la eñe, con las que ese tremendo vanidoso de Juan Benet ha debido de disfrutar como un enano, aunque a costa de merecer, por lo demás, la tacha de pescador de aguas fáciles, pues es sabido que los catalanes siempre pican; que con ellos es como con las tencas: no hay más que echar el anzuelo y recoger.Sobre el modelo siempre delirante del agravio al abstracto (agravio al pueblo, agravio a la patria, agravio a la bandera y ahora también agravio a la Ñ o a la NY), el furor autonómico propende arrebatadamente a elevar a la categoría abstractiva y a la capacidad simbólica cuantas cosas se muestren mínimamente combustibles a la fallera llama del narcisismo y la autoafirmación, multiplicando pavorosamente el número de cosas susceptibles al agravio. Así hemos venido a llegar en estos últimos días a la situación límite de que hoy puede verse agraviada hasta la propia paella valenciana. No digo esta o aquella paella singular, en la medida en que de éstas sí puede decirse, con algún fundamento de razón y sin agravio de mayor cuantía, que una es peor que otra -aunque por ofendido suele darse más bien el cocinero, sin que el guiso dé muestra de sonrojo o de cólera ostensible-, sino la paella misma, el universal paella, la paella ontológica, la paella sub specie aeternitatis o, en fin, en una palabra, la paella como idea pensada por el mismísimo Platón.
Sí, esta paella ha sido la que, según la Prensa, acaba de llamarse a agravio o, más literalmente, a menosprecio grave, a causa de una campaña preventiva contra los incendios forestales que -por la desgraciada circunstancia de ser precisamente la paella uno de los guisos más frecuentes de las giras campestres y, en consecuencia, motivo recurrente de hacer lumbre en el campo- ha cometido la temeridad de esgrimir los eslóganes de "hay paellas que matan" y "la paella es el plato más caro del verano", queriendo solamente recordar las desdichadas consecuencias para haciendas y a veces para vidas que de cualquier descuido en el manejo de las correspondientes fogatas culinarias se pueden derivar.
Pues bien, por boca de don Ignacio Gil Lázaro, diputado por Valencia del Grupo Parlamentario Popular, la paella valenciana se ha llamado inmediatamente a agravio por los eslóganes transcritos, interpelando al ministro de Cultura, a fin de que en el acto proceda a retirar semejante propaganda, por cuando -transcripción literal de los periódicos- "menosprecia gravemente el patrimonio cultural autóctono valenciano". "¡Cosas veredes Myo Cid -y nunca mejor dicho- que farán fablar las piedras!".
En este punto, no debo yo ocultar que, para mí, la llamada cultura gastronómica es, en su mayor parte, uno de los aspectos más tristes, más lastimosos, más estériles y más deleznables de toda la cultura, ya que su desarrollo más caracterizado se debe fundamentalmente a machos solitarios reunidos en pandilla después de verse expelidos de la cama, ya por su propia incapacidad para el amor, ya por la de sus mujeres, ya, en fin, por ambas cosas a la vez, y es, por tanto, producto, en esa misma medida, de una de las más graves y profundas fracturas en las propias entrañas de una sociedad. Así viene a mostrarlo, de manera difícil de esquivar o de tergiversar, el carácter exclusiva y excluyentemente varonil de las sociedades gastronómicas, en las que la buena mesa se nos manifiesta específica y determinadamente como la anticama.
Lejos de mí tamaña enormidad cómo la de decir que entre la glotonería y el terrorismo no queda más que un paso (pues, aunque un paso fuera, todo un abismo moral seguiría estando en medio), pero tampoco tengo por casual, en modo alguno, el hecho de que en el País Vasco concurran de manera singular dos clases típicas de comunidades varoniles: las sociedades gastronémicas y las fratrías marciales, representadas éstas, hoy en día, por los etarras.
Pero sea de esto lo que fuere, esto es, independientemente de mi falta de aprecio personal por la llamada cultura gastronómica, no hay desde luego operación más bárbara, más inculta, o sea, más destructiva para cualquier forma de cultura agente y operante, que la de su elevación a patrimonio cultural, con la correspondiente inscripción en el registro de la propiedad central o periférica, ni tampoco podría concebirse insidia más venenosa para cualquier bien sensible que la de convertirlo en algo preñado de significación, por decirlo con esta expresión tan favorita en la jerga periodística de la época de Franco.
Y aunque uno esté tan lejos de ser ningún ferviente partidario del aborto terapéutico como de ser ningún entendido y exquisito degustador de paellas, creo que en el caso de la pobre paella valenciana, que, literalmente violada por la brutalidad de los furores autonómicos, tiene que verse, así, de pronto, preñada de significación, estaría casi a punto de recomendar, como indicado al caso, el inmediato aborto terapéutico, pues apenas consigo imaginarme un comistrajo más incomible y más indigerible que una paella con sabor a patrimonio cultural autóctono y además valenciano, sabor quer no puede ser más que algo así como un repelente deje a herrumbre y naftalina, complementado en este caso con un toque de orines fermentados de Babieca.
Por todo lo cual ya desde ahora advierto que, si por un azar, afortunadamente harto impensable, me viese yo algún día -Dios no lo quiera, aunque tampoco dejaría de afrontar valientemente mis responsabilidades- convertido de pronto en presidente del Gobierno, tengo muy meditado que, por el bien de los españoles, mi primer acto de gobierno no podría ser otro que un decreto-ley prohibiendo inmediatamente y sine die los Sanfermines de Pamplona, las Fallas valencianas, la Feria y Semana Santa de Sevilla, la Romería del Rocío y toda especie de fiestas semejantes, amén de incoar, simultáneamente y por la vía de urgencia, un proyecto de ley orgánica para la abolición de la Virgen del Pilar (¡Dios, qué descanso para Zaragoza, para Aragón y para España entera!).
miércoles, 21 de octubre de 2009
martes, 20 de octubre de 2009
José Bono: Las cúpulas de los partidos tienen demasiado poder.
José Bono ha afirmado que los partidos, y en especial sus cúpulas, tienen demasiado poder. En la transición los partidos eran débiles y convenía fortalecerlos. Pero las listas hacen que el contacto diputado-elector sea menos asiduo (y de peor calidad) que allí donde hay diputado de circunscripción. Y los diputados priorizan la fidelidad a quien les pone en la lista a quienes les eligen.
lunes, 19 de octubre de 2009
L´Hospitalet de Llobregat y la sanidad incompetente.
La Asociación de vecinos de Collblanc-Torrassa está luchando para que no cierren el sevicio de urgencias del ambulatorio de Los Pajaritos. Necesitamos un gobierno que practique la microcirugía, que se preocupe por las necesidades de la ciudadanía. No queremos inauguraciones faraónicas que sólo buscan la fotografía para dar a conocer a la nueva alcaldesa.
En el pleno del Ayuntamiento del mes de enero, la federación de asociaciones vecinales se concentró en la puerta pidiendo la mejora de la sanidad. Una vez dentro vivimos uno de esos momentos esperpénticos que harían feliz a Valle-Inclán. Preguntan por los puestos de médicos aprobados y todavía vacantes, en ese momento el regidor responsable de la sanidad hospitalense, Clemente Murillo, dice que L´Hospitalet no tiene competencias en sanidad. Por lo visto un concejal de sanidad en L´H es como un ministro de la marina en Austria. Con la diferencia de que los austriacos son conscientes de que no tienen mar y no se inventan cargos vacíos e incompetentes.
domingo, 18 de octubre de 2009
sábado, 17 de octubre de 2009
viernes, 16 de octubre de 2009
jueves, 15 de octubre de 2009
Español de a pie
"Lo que tenía que encontrar era lo de siempre: la sensibilidad del hombre de la calle, que se llama el español de a pie cuando se habla de política. Es decir, una entidad difusa, roma, estúpida y carente de interés. Un arquetipo despreciable por su ausencia de valores nobles, de cultura, de chispa, al que los analistas políticos aluden en general como si se tratara de un colectivo de personas que tuviera algún valor que conservar. Cuando un periodista reclama la necesidad de dirigirse a tan siniestro personaje, no está haciendo otra cosa que la peor clase de populismo. El hombre de la calle es objeto de adoración y, al mismo tiempo, todo aquello que nadie quiere ser; ni siquiera es un antihéroe, es, sencillamente, un no-héroe."
Jorge M. Reverte
Diagnóstico.
Columna de Ángel de la Fuente en El Periódico de Catalunya.
La economía española presenta dos desequilibrios que complican mucho nuestra situación. El primero es un elevadísimo déficit por cuenta corriente, que se sitúa en torno al 10% del PIB. La enorme diferencia entre lo que compramos y lo que vendemos fuera ha de financiarse con capital extranjero, lo que resulta cada vez más difícil y nos deja en una situación muy vulnerable en el contexto actual.
El segundo es la hipertrofia del ladrillo. En 1995 el sector de la construcción representaba un 6,9% del PIB y un 9,5% del empleo español. En 2007, estas cifras se habían elevado en un 50% hasta alcanzar el 11% del PIB y el 13,9% del empleo, lo que supone en torno a 2,7 millones de puestos de trabajo a los que habría que añadir un buen pico en otros sectores muy dependientes de la venta de viviendas.
Simplificando mucho, una parte importante de nuestro problema actual es que tenemos a 1 millón o 1,5 millones de personas produciendo cosas invendibles. El reto consiste en trasvasarlas a otras actividades que puedan ser viables a largo plazo: en que dejen de hacer casas y muebles de cocina que el mercado no puede absorber y empiecen a producir bienes y servicios de mayor valor añadido que podamos vender fuera a precios competitivos.
Casi nadie niega ya que en la situación actual es necesaria una política fiscal expansiva que ayude a sostener la demanda y el empleo. El Gobierno ha tomado medidas urgentes en esta dirección, entre las que destaca un fuerte incremento de la inversión pública que se canalizará en buena medida a través de los ayuntamientos. El impacto de estas medidas será seguramente positivo pero, puestos a gastarnos muchos miles de millones luchando contra la crisis, conviene no perder de vista el diagnóstico que acabo de esbozar. Si nos gastamos toda la pólvora en poner a la gente a hacer zanjas, dentro de un par de años seguiremos teniendo los mismos problemas de fondo y una situación fiscal mucho peor.
Hoy por hoy, un aumento del gasto público es sin duda necesario pero, para que sea efectivo a largo plazo, debe ser parte integral de una estrategia bien pensada para avanzar hacia una economía más competitiva.
¿Es Celestino Corbacho un pasota?
miércoles, 14 de octubre de 2009
martes, 13 de octubre de 2009
Enrique Fuentes Quintana
palabras del responsable de Economía en el primer Gobierno de la democracia española, año 1.977.
Centro
Sabino Méndez, en La Razón.
Hay escritores a los que todos hemos estudiado en el colegio, admirado su sabiduría, reconocido su autoridad moral y nunca más hemos vuelto a leer en la vida. Uno de esos escritores es Mariano José de Larra, de quien esta semana precisamente se cumplieron doscientos años de su nacimiento. Cuando empezaron a encargarme artículos, con una inseguridad absoluta ante un género (el columnismo) que desconocía por completo, lo primero que hice fue buscar ayuda y ejemplo en otros escritores. ¿A quién recurrí? A Cicerón y Larra, por supuesto. Fue un festín delicioso. Descubrí que ambos conservaban una modernidad envidiable porque hablaban de pasiones y errores humanos y esos siguen inmutables desde Homero. El mundo es muy antiguo y el hombre muy viejo.
Pero Larra, además, buscaba siempre el punto de vista del hombre sensato; aquel que piensa que hasta el asunto más endiablado puede solucionarse debatiendo, sin llegar a las manos. Leyéndolo se aprende muchísimo. Uno ve que Larra habría estado muy cómodo hoy en día entre aquellos que en la globalización no ven una amenaza sino la posibilidad de una globalización de lo razonable.
Hoy, cuando un mejor reparto de la riqueza empieza a ser técnicamente posible, Larra hubiera tenido un trabajo más estimulante ante él. Como muestra en sus artículos, hubiera estado a favor del uso rectilíneo del significado de las palabras y hubiera preferido la palabra aborto en lugar del aséptico eufemismo que supone «interrupción del embarazo». Pero, usando ese mismo criterio, también hubiera preferido llamarle feto al feto. Así se habría enfrentado a los terribles problemas de la vida y la naturaleza con ponderación, sin ser un enfático gesticulante o un drástico. O sea, un tipo centrado.
lunes, 12 de octubre de 2009
domingo, 11 de octubre de 2009
Lenguas y Enseñanza
Artículo de Xavier Pericay, en ABC.
«PISSARRA», como su nombre indica, es una pizarra. Pero no es sólo eso. Al menos en Baleares. Y es que allí «Pissarra» también es la revista del STEI, o sea, del Sindicat de Treballadores i Treballadors-Intersindical de les Illes Balears. Como seguramente ya habrán adivinado, una organización sindical que posee un órgano de comunicación llamado «Pissarra» no puede dedicarse más que a la enseñanza. Con todo, el STEI, que se define como un sindicato asambleario, de clase, ecologista, internacionalista, feminista y nacional -es decir, partidario del derecho de autodeterminación de Baleares, lo que conlleva (traduzco, claro) «la plena reivindicación y expansión de la lengua catalana como un elemento esencial de la mejora de la clase trabajadora de las Islas»-, también admite afiliados procedentes de otros sectores.
Aun así, a qué engañarnos, STEI remite básicamente a enseñanza. A enseñanza pura y dura. Para entendernos, el STEI es a Baleares lo que la USTEC a Cataluña: un sindicato con sus intereses particulares, pero, ante todo, una eficaz correa de transmisión de un interés mayor, el nacionalismo, felizmente gobernante allí como aquí. A nadie debería extrañar, en consecuencia, que la «Pissarra» a que aludíamos al principio refleje a las mil maravillas ese estado de cosas. Para muestra, su número más reciente, correspondiente al último trimestre de 2008. Dejemos a un lado las derivas igualitaristas, ecologistas, feministas, clasistas e internacionalistas y centrémonos, si les parece -espacio obliga-, en lo que constituye la perla de la revista.
Me refiero al artículo de Til Stegmann -abanderado de la lengua (y no precisamente alemana), cruz de Sant Jordi y premio Ramon Llull, entre otros méritos- titulado «Plurilingüisme o només angl_s? L´educació lingüística a l´escola». Tal vez porque el hombre ha dedicado su vida entera a esto, el texto ocupa siete páginas de la publicación -bien es verdad que la bibliografía, casi toda del propio autor, se lleva ya más de una página-. Pero lo esencial se encuentra justo al principio. Tras afirmar que el estudio del inglés no puede sino ir en detrimento del aprendizaje de las demás lenguas, Stegmann invita al lector -es decir, al enseñante balear- a quitarse de la cabeza esa idea de que hay que hablar una segunda lengua para poder comunicarse algún día con el prójimo. Según él (vuelvo a traducir), «esa idea es un formalismo puramente abstracto (...). Podemos convivir muy bien reduciendo nuestro horizonte de comunicatividad». Además, «el inglés es la lengua de Estados Unidos y de la propaganda americanizadora que se está comiendo el mundo», por lo que hay que renunciar a su aprendizaje y proponer, en todo caso, una lengua menos poderosa y menos peligrosa «para la libertad mental de la humanidad».
¿Y cuál debe ser, a su juicio, esa segunda lengua medio inútil, de andar por casa? Cualquiera. Es decir, todas y ninguna. Menos el inglés, claro. Y menos el catalán, que por algo es la primera y suprema. Así las cosas, Stegmann, ¿por qué no prueba con el castellano? Vamos, hombre, que hasta puede que los niños la entiendan.
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