martes, 29 de diciembre de 2009
Corre, Rocker. (11)
Frente a eso, en Madrid se empezaba a desarrollar una ágil carrera de balandros. Empezabamos a ser, primero, asiduos de los viajes en autocar y, posteriormente, del puente aéreo. La costumbre del bilingüismo (un sano relativismo cultural) y el clima afable del Mediterráneo nos imposibilitaba la residencia definitiva. Defender allí la identidad propia del país de origen frente a la simplificación españolista, y vindicar en Cataluña la realidad del mestizaje inocente y sobrevenido de los emigrantes (verdadera carne de cañón) frente al nacionalismo impositivo, ese fue nuestro caso. Instalados en una permanente tierra de nadie, acusados de separatistas o colonialistas según qué pandilla de fanáticos levantara el dedo, pronto supimos que como todo aquel que se preocupa de los hechos cotidianos al exilio cultural por señalar la falacia de las grandes ideas que el bandolerismo institucional agitaba a uno y otro lado del Ebro. Seríamos reducidos a una simple moda, a algo banal, sin entidad cultural, sin peso verdaderamente artístico.
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