jueves, 29 de octubre de 2009
Malas noticias para los cacicatos
HERMANN TERTSCH en ABC
La agencia internacional de calificación crediticia Moody´s ha
anunciado que va a rebajar la valoración de todas las comunidades
autónomas españolas, incluidas aquellas que pretenden no serlo. Las
regiones autónomas que llevan años agitando, con violencia o sin ella,
las pretensiones independentistas están financieramente tan acogotadas
o más que las que se conforman, sin alardes identitarios, en gastar
cómodamente el dinero que recauda el Estado. Lenta pero
inexorablemente se va imponiendo en los observatorios y gabinetes de
análisis del exterior la certeza de que la fragmentación progresiva
del Estado español, la administrativa, la judicial, la policial, la
del mercado y la legislativa, se han convertido en una losa que hará
extremadamente difícil, si no imposible, que España se recupere
económicamente en un futuro previsible. Los que aún hablaban hace unos
meses del año 2010 como fecha previsible de recuperación son ya
literalmente un hazmerreír. Los que hablan de un lustro de travesía
por un desierto en el que vaguemos con más de cinco millones de
parados no son los más pesimistas. Pero el desastre al que nos aboca
este «auténtico Estado de las autonomías» que el Gran Timonel cree
haber instaurado ahora con este sistema de financiación autonómica no
sólo se refleja por supuesto en la degradación del crédito de España.
Sino también en el de todas y cada una de sus 17 partes. La decisión
de Moody´s es, que yo sepa, la primera reacción internacional al gran
plan de financiación autonómica, del que sólo sabemos lo que se llevan
los campeones del chantaje o los favorecidos por las conveniencias
particulares de Zapatero. Hasta la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra,
con sus especiales privilegios, por completo inexplicables en el
exterior, se las van a ver y desear para conseguir créditos no ya para
modernizar sus infraestructuras y reformar sus economías, sino para
pagar a sus funcionarios y mantener sus gastos corrientes en general.
Son inexplicables fuera porque en ninguna democracia moderna se pueden
entender los cambalaches que se han hecho en nuestro país so pretexto
de supuestos derechos históricos, fueros medievales o deudas
históricas.
En otras comunidades, convertidas en cacicatos por la falta de
alternancia en el poder y la lógica socialista de gastar el dinero
llegado de Madrid y Bruselas casi exclusivamente en comprar
fidelidades, es decir en sueldos e instituciones y organizaciones que
justificaran éstos, la situación es probablemente más tramática aun.
Porque a los gastos corrientes para financiar a los leales a la taifa
hay que añadir los problemas sociales que lejos de haberse paliado
durante los años de crecimiento, se han disparado. Las sociedades en
las que el ritmo de crecimiento del funcionariado es parejo a la
destrucción de empleo entre los autónomos y el cierre de empresas no
son precisamente atractivas para invertir. Menos aun cuando la
descomposición social, el fracaso escolar, el absentismo y la ridícula
productividad hacen prever un deterioro de las condiciones en un
futuro que ya está aquí. Así las cosas aquí está el aviso. Si España
no logra revertir muchos de los disparates cometidos en décadas pero
agravados bajo esta tropa gobernante, que pierdan toda esperanza los
cacicatos de salvarse por su cuenta. Tienen tan poco crédito como el
país de las maravillas de nuestra Alicia de León.
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