domingo, 30 de diciembre de 2012
miércoles, 28 de noviembre de 2012
Contra las patrias (3)
En cuanto adopto con cierta determinación un punto de vista, comienza a tentarme con fuerza la opción opuesta y soy más sensible que nunca a sus encantos persuasivos. Esta propensión a encarnar la quinta columna de mí mismo no me evita los furores de la toma de partido, pero, en cambio, me priva del dócil nirvana de la afiliación...
Contra las patrias (2)
Tras mi experiencia como profesor en el País Vasco, he quedado convencido de que nuestros males presentes -por no hablar de los futuros- provienen de la educación perversa que a tantos y tantos futuros ciudadanos vascos se les ha dado desde la primera enseñanza hasta el final de los estudios universitarios. La saña de los jóvenes vándalos urbanos que hoy apalean a viandantes desafectos, queman autobuses y destrozan cabinas telefónicas en el País vasco no es genética, ni fruto de la opresión que ven a su alrededor (han nacido y crecido en la autonomía más libre de Europa) ni consecuencia del paro, la marginación o la droga sino estrictamente ideológica: les ha sido inculacda por las personas que debieron educarles, muchas de las cuales ahora se escandalizan de sus desmanes.
Contra las patrias
A partir de hoy iré seleccionando y colgando trozos de "Contra las patrias", el libro que escribió Fernando Savater en 1984 y que fue reeditado en 1996.
Desde hace mucho estoy convencido de que el Estado democrático moderno no tiene como misión fabricar homogeneidad social a costa de las diferencias nacionales de los grupos que en él conviven sino defender el marco común de los derechos individuales en que éstas deben y pueden convivir, lo cual produce la verdadera homogeneidad social deseable. Por tanto, cuando ahora se habla de aceptar la plurinacionalidad constitutiva -no sé si también constitucional, ni me importa demasiado- del Estado español, estoy completamente de acuerdo. Pero llevo el plurinacionalismo un poco más lejos, porque no lo concibo sólo entre cada una de las nacionalidades históricas y el Gobierno central, sino dentro de cada una de ellas. Ser plurinacionalista no es sólo querer la pluralidad nacional en España sino también en Euskalherria o en Catalunya. Quienes se contentan con menos y entienden la construcción política nacional como imposición de valores homogéneos en su territorio de pertenencia -aunque reclamen la pluralidad nacional para el Estado- no son plurinacionalistas sino nacionalistas a secas, siéntanse ante todo españoles, vascos o catalanes. A fin de cuentas, los nacionalistas -incluso los más pacíficos- ven a la humanidad formada por regimientos, cada uno con su uniforme y su pendón que no debe confundirse con el de los demás.
La tierra nos obliga...
"El riesgo que corremos es conferir el peso decisivo a las metáforas y no a la tierra. En este sentido, investigar las complejidades de un paisaje distante provoca reflexiones sobre el propio paisaje interior y sobre los paisajes familiares que llevamos en la memoria. La tierra nos obliga a intentar comprender qué somos nosotros mismos."
BARRY LÓPEZ
sábado, 10 de noviembre de 2012
martes, 6 de noviembre de 2012
Educación
Elvira Lindo en El País.
No se desaliente: no tenemos la educación pública que quisiéramos (a pesar de la aireada campaña "ni un niño sin ordenador") pero usted puede enseñar a su hijo a no despreciar el conocimiento. No se desanime: es probable que la buena educación le haga sentir a su hijo como un raro en determinados ambientes, pero superados esos desajustes no habrá en el futuro estrés postraumático. No deje para otros lo que puede hacer usted; no tiene por qué esperar, por ejemplo, a que en los colegios se enseñe a comer saludablemente; sienta como una vergüenza personal que en un país mediterráneo como el nuestro haya niños obesos; actúe, no es tan difícil, se trata sólo de enseñarles a comer como Dios. No se acompleje; no pasa nada porque vigile de cerca a su hijo adolescente, se ha hecho toda la vida sin pensar que se atentaba contra ningún derecho fundamental. No tenga miedo a racionar la televisión. No tenga miedo a asomarse a la habitación de su hijo, no se trata de espiar sino de proteger. No quiera ser como su hijo, no se juvenilice, él necesita sentir que está guiado por adultos. No tema decirle que está en contra del botellón y de los encierros, es bueno que él sepa lo que usted los detesta. Y por supuesto, no se apunte a un encierro por acompañar al niño, ahí sí que está usted perdiendo la cabeza y adiestrándole en la brutalidad. Hágale saber que tiene deberes con la sociedad, y si no quiere usar la palabra "sociedad", por ser algo abstracta, hágale saber que tiene deberes con seres concretos. No se deje estafar por esta especie de catastrofismo que nos arroja a pensar que, como todo es un desastre, nosotros, individualmente, no podemos hacer nada. Su desánimo tiene un componente de imperdonable pereza: si ha tenido hijos, sea padre, sea madre. ¡Ejerza! La mejor herencia que podemos dejar en este mundo grosero es la buena educación.
No se desaliente: no tenemos la educación pública que quisiéramos (a pesar de la aireada campaña "ni un niño sin ordenador") pero usted puede enseñar a su hijo a no despreciar el conocimiento. No se desanime: es probable que la buena educación le haga sentir a su hijo como un raro en determinados ambientes, pero superados esos desajustes no habrá en el futuro estrés postraumático. No deje para otros lo que puede hacer usted; no tiene por qué esperar, por ejemplo, a que en los colegios se enseñe a comer saludablemente; sienta como una vergüenza personal que en un país mediterráneo como el nuestro haya niños obesos; actúe, no es tan difícil, se trata sólo de enseñarles a comer como Dios. No se acompleje; no pasa nada porque vigile de cerca a su hijo adolescente, se ha hecho toda la vida sin pensar que se atentaba contra ningún derecho fundamental. No tenga miedo a racionar la televisión. No tenga miedo a asomarse a la habitación de su hijo, no se trata de espiar sino de proteger. No quiera ser como su hijo, no se juvenilice, él necesita sentir que está guiado por adultos. No tema decirle que está en contra del botellón y de los encierros, es bueno que él sepa lo que usted los detesta. Y por supuesto, no se apunte a un encierro por acompañar al niño, ahí sí que está usted perdiendo la cabeza y adiestrándole en la brutalidad. Hágale saber que tiene deberes con la sociedad, y si no quiere usar la palabra "sociedad", por ser algo abstracta, hágale saber que tiene deberes con seres concretos. No se deje estafar por esta especie de catastrofismo que nos arroja a pensar que, como todo es un desastre, nosotros, individualmente, no podemos hacer nada. Su desánimo tiene un componente de imperdonable pereza: si ha tenido hijos, sea padre, sea madre. ¡Ejerza! La mejor herencia que podemos dejar en este mundo grosero es la buena educación.
lunes, 15 de octubre de 2012
Nada por la patria. (6)
Es una situación deseperada, pero no grave. Por lo menos para nosotros. Julio Anguita dijo no hace mucho, y yo lo anoté textualmente: "Cualquier vida humana vale más que todas las ikurriñas y todas las banderas de España juntas." Máximo publicó uno de esos dibujos que se han ganado el derecho a no ser llamados chistes y que Antonio Elorza denomina "el nosesabequé de Máximo". Está en el cielo el triángulo, están los montes pelados tras la llanura, están el hombrecillo y su sombra, está en primer término un libro, con la ikurriña a pie de cubierta y todas estas palabras sobre ella: "Katecismo vasko. No matarás. Ni siquiera por Euskadi y su autodeterminación."
Ser disidente es ahora mismo estar contra ETA y contra los GAL, "contra todo nacionalismo, contra la inmersión lingüística de los niños catalanes. Es el único espacio que nos han dejado. Todo lo demás está integrado, engullido por el sistema en sus diversas versiones, de derechas y de izquierdas. Pero mingún humorista gráfico es hoy disidente en Cataluña. Por lo visto, muerto Perich del mismo mal que Kerouac, el título del bufón en la corte de Pujol deja más que satisfechos a los supervivientes.
En la España franquista, Cesc publicó un dibujo donde se veía un cochazo de rico con una pegatina en el cristal trasero que decía "Català a l´escola". A su lado, un pobre inmigrante con boina llevaba en el culo de su destartalada bicicleta otra pegatina, más sucinta: "Escuelas". Ningún humorista ha osado publicar -o no le han dejado hacerlo sus democráticos jefes- el equivalente actualizado de ese dibujo en la Cataluña pujoliana.
Nada por la patria. (5)
El cantante Raimon, entrevistado en El País por Arcadi Espada, decía en 1997: "Entonces creíamos formar parte de algo." Ahora también formamos parte de algo, como los artistas e intelectuales franceses que protestaron contra la ley xenófoba que preparaba el ministro Debré. Formamos parte de algo, pero es algo pequeño, modesto, minoritario, digno y más bien marginal, como el electorado de Julio Anguita pongamos por caso. Entonces llegamos a creer que toda España era, como nosotros, antifranquista. Hoy sabemos que el 60% de los franceses estuvo de acuerdo con la "ley Debré" y que en España rige una Ley de Extranjería, promulgada por un ministro socialista salido de la clase obrera, que poco tiene que envidiar a la francesa. Y que los más de los ciudadanos -eso que algunos llamaban "el pueblo"- dirían, si les preguntaran, que santo y bueno.
Nada por la patria. (4)
A la ley del silencio instaurada en 1981, tras el tejeretazo y el manifiesto de los 2.300, se le daba una nueva y más enérgica vuelta de tuerca. Se trataba de proceder a una sustitución lingüística subprepticia, "sin que se notase el cuydado". Casi todas las víctimas callaron. Porque eran pobres, porque llevaban dentro desde siglos el frío y el miedo de los pobres hijos de pobre y nietos de pobre. Porque, aunque supieran que ni llegando a rico se deja de ser hijo de pobre, querían que sus hijos pudiesen medrar un poco más que ellos -"El sol calienta un poquito la pobre tierra soriana"- y sabían que solo medra el pobre cuando para dejar de serlo hace lo que los ricos quieren que haga.
miércoles, 12 de septiembre de 2012
Culo de hierro
Hace años en Italia a Berlinguer le llamaban "culo de hierro" porque era de los que aguantaban las reuniones más maratonianas sin levantarse de la silla. Por lo visto un político ha de saber conservar su silla. Y así nos va, con profesionales más preocupados en "estar" que en "ser".
Solzhenitsyn
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