martes, 13 de diciembre de 2011
Nada por la patria. (3)
Tal vez la solución la hallemos todos en un artículo de Joaquim Arenas, jefe del Servei d´Ensenyament del Català de la Generalitat (Sedec) y responsable máximo de la inmersión. Arenas, un cura del PSAN convertido al pujolismo según él mismo declara, incluyó ese artículo -"Programa de inmersión y lengua materna"- en su libro "La inmersió lingüística". Allí, después de afirmar que la lengua del niño nacido en Cataluña es el catalán aunque "el habla familiar" sea otra. Arenas interpreta que "tanto en la conferencia de bilingüismo de 1929 como en la UNESCO desde 1951 hasta la actualidad, cuando se menciona el concepto lengua materna se hace en el sentido de lengua materna de la tierra, es decir de lengua territorial". Y concluye: "ser educado e instruido en la lengua madre de la tierra es un derecho de los infantes".
¡Válgame Dios, "lengua madre de la tierra"! Para mí no hay más madres que las madres concretas de carne y hueso que amamantan hijos concretos de carne y hueso y les dan zanahoria y palabras de amor. Y esas palabras constituyen la lengua materna, y la "lengua materna de la tierra" es pura metafísica, es decir nacionalismo, es decir patriotismo.
Ser patriota es lícito -aunque no más que no serlo-, pero no parece que deba dar derecho a poner en peligro "el desarrollo lingüístico, académico y psicológico de los niños". Para mí la vida concreta de un solo niño vale más que la catedral de Chartres, mucho más por supuesto que cualquier futuro de cualquier lengua y que todas las patrias del mundo. Y eso no quiere decir que no estime la lengua de mis abuelos y de mi madre, mi lengua materna y la de mi hijo de dos años y su madre, la lengua en que escribo este artículo.
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