Columna de Juli Capella publicada en la contraportada de El Periódico de Catalunya de hoy:
Decimos que vivimos en democracia, el gobierno del pueblo. Pero eso no es muy cierto. Los políticos han secuestrado la representatividad que les delegamos. Nos piden el voto una vez cada cuatro años, pero luego parecen desinteresarse de nosotros hasta la nueva contienda electoral: vótame y cállate. Votar es participar, cierto, y votar cada cuatro años es participar cada cuatro años. Muy exiguo, ¿no? Entremedio sería posible y deseable disponer de otros medios de participación. Acciones que desarrollasen una democracia participativa, no solo representativa. Pero abrir un debate social siempre disturba e inquieta a los políticos. Por eso suelen decir que la gente solo sabe quejarse. Posiblemente sea lo único que les queda. A participar solo se aprende participando, y eso cuesta esfuerzo. Además, promover la participación requiere instrumentos y presupuestos.
La participación ayuda a acercar el Gobierno al ciudadano. A la vez que nos responsabiliza a todos en la toma de decisiones. Ya no cuela pasarle todo el marrón al político de turno. Tras muchos años de seudo-democracia tras el negro franquismo --donde, cierto, las decisiones se tomaban más deprisa--, ha llegado el momento de dar un paso. Hemos madurado y estamos preparados para implicarnos más directamente en la gestión colectiva. Es cuestión de calidad democrática, de sentimiento personal de implicación en los asuntos comunes. No queremos seguir siendo meros espectadores de nuestras vidas, sino protagonistas, con un papel relevante en el guión. Cada día, no cada cuatro años.
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