miércoles, 17 de abril de 2013

Nada por la patria. (15)

No se olvide que en aquel momento, con la excepción parcial y vacilante del PP, la fórmula nacionalismo catalán engloba todo el arco parlamentario de Cataluña. Convergència se define como nacionalista y Unió o Esquerra Republicana de Catalunya por supuesto tanto o más, pero es que el PSUC (subsumido ya en una denominación tan desprovista de significado como Iniciativa per Catalunya) e incluso el PSC (PSC-PSOE) -esta es su risible ristra de siglas- también se declaran nacionalistas. Sin vacilaciones. Con convencimiento, y que Ángel González sepa perdonar un uso tan vil de su bella palabra. El nacionalismo no se cuestiona. Es un asunto de fe, como que Dios es Cristo o que su madre era virgen. En las cúpulas de los partidos, recuérdese: por algo sus dirigentes, en la derecha como en la izquierda, provienen casi todos de buenas familias nacionalcatólicas de siempre (del nacionalcatolicismo catalán, of course, que en todas partes cuecen habas). Otra cosa son las bases, sobre todo las del PSC, donde se va incubando una rabia áspera e impotente: ellos, los castellanos pobres, son más, pero los que mandan en el partido son los catalanes ricos, y los catalanes ricos dicen que el nacionalismo es sagrado y punto.
No se olvide tampoco que en 1992, desaparecido el casi testimonial Diari de Barcelona, cuando se dice medios se está diciendo prácticamente todos los medios: todas las cadenas de televisión públicas y privadas -la TV3 del pujolismo, sí, pero también la TVE Cataluña del felipismo-; todos los diarios desde AVUI hasta La Vanguardia pasando por El País, El Periódico y la prensa comarcal en bloque; todas las emisoras de radio, incluida y acaso sobre todo la Ràdio 4 controlada por el gobierno socialista. Una excepción: la COPE de los obispos, y quien sepa atar esta mosca por el rabo que se trague la hostia consagrada sin hincarle el diente.

Nada por la patria. (14)


Para que lo entiendan los americanos, que son los que conviene que entiendan las cosas. Castellanohablante es a castellano lo que afroamericano es a negro. Y un castellano, con o sin su fijación eufemística, viene a ser en Cataluña lo que un negro en Alabama. o, para buscar el parangón en la propia sociolingüística y con el mismo idioma como protagonista, un castellano en Barcelona viene a ser lo que un hispano en Nueva York.

Nada por la patria. (13)


Los enseñantes y los periodistas saben que algunos entre los más osados ya se han ido, han sido tiroteados o morirán pronto arrinconados en un asilo para viejos locos enfermos. Saben que muchos están abjurando y que casi todos se resignan a un futuro de jaulas pequeñitas, pintorescas, dentro de la gran jaula asimilacionista poblada por el pensamiento único y monolingüe a efectos emblemáticos.
Los periodistas y los enseñantes saben todo eso y más. Saben que Cataluña no es ya que sea un oasis sino que es un mundo feliz huxlesiano, el Seahaven de Truman, una Pleasantville que ellos están edificando desde aquel 1984 de Orwell y aun antes. Lo saben pero, claro está, callan. ¿Cómo va a decir el mayordomo que su amo es el asesino? Se ha dicho y se seguirá diciendo, en un intento acaso desesperado de aplicar al texto impreso la técnica audiovisual de la redundancia: el espectador no es un escuchante sino un oyente, provisto por lo general del mando a distancia que le pemite, sin moverse de su butaca, zapear. Al lector le basta con las manos desnudas, que tienen más poder sobre un libro que el mando a distancia sobre una pantalla: releer, volver atrás, subrayar, saltarse páginas, tirarlo al fuego como Carvalho.

¿Es Mariano Rajoy presidente de un partido democrático?


El artículo 6 de la Constitución Española dice: "Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la Ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.
Un partido cuyo presidente es elegido por su antecesor, convirtiendo su ratficación en una mera "fictio iuris" formal, no tiene, obviamente, una estructura interna y un funcionamiento democráticos.

jueves, 11 de abril de 2013

Nada por la patria (12)


De esa transformación sutil e insidiosa apenas se da cuenta la gente. De eso se trata. Solo los enseñantes y los periodistas saben -no ya porque estén en el ajo sino porque sin ellos no habría ajo- que la manada de los rinocerontes crece día a día y que las demás especies, si no emigran, pronto se verán ante la disyuntiva de engrosar el rebaño abjurando o reunirse los sábados en jaulas tan pequeñas como las de los indios americanos de las reservas de Tennessee, que llamarán centros regionales y en las cuales podrán tomar fino La Ina y bailar sevillanas con bata de cola color verde Andalucía.Nada por l a

lunes, 8 de abril de 2013

Contra las patrias. (19)

Por supuesto que no cabe dudar de los derechos de tales lenguas a ser defendidas y prioritariamente promocionadas en sus respectivas áreas, de modo que se corrija el desequilibrio que privilegió durante demasiado tiempo al castellano en su detrimento. Pero en ocasiones cabe sospechar que el énfasis en su promoción es más político que cultural y que, en ciertos casos, se las defiende más por lo que tienen de obstrucción a la comunicación con el resto del Estado que por su carácter propiamente lingüístico, es decir, comunicacional. Toda lengua es esencialmente pacífica, humanizadora, y ésta es la parte de espíritu que hay realmente en ella: convertirla en arma es mutilarla de lo más propiamente libre y noble que encierra en su propósito. Tan miserable es el castellanista a ultranza que aconseja a los catalanes o vascoparlantes que aprendan inglés porque es más útil que su idioma propio -como si tal utilidad fuera el único propósito de la cultura y de la lengua-, como quienes ven en su lengua materna o adoptada una herramienta para separar a conciudadanos que por mil condicionamientos históricos tienen razones y derechos para estar juntos. Mi amigo Juan Aranzadi designó a este uso de las lenguas vernáculas con la denominación de "afirmación heráldica" en un encuentro habido en Gerona sobre qué es dejar de ser España, con tanto acierto por su parte como escándalo entre quienes no lograron o quiseron entenderle.

Contra las patrias. (18)


La exaltación patriótica (inducida) de los mil y un nacionalismos urgentemente prefabricados anteayer y que dan de comer provechosamente a tanto cacique y a tanto político corrompido. Viendo éstos la rentabilidad de la disidencia, no cesan de buscarse más o menos grotescas señas de identidad, exhiben mutilaciones sufridas en su oprobio colonial hasta hace poco no presentido y fomentan por todos los medios a su alcance un perpetuo afán bélico de todos contra todos en el que depositan su esperanza de medro político.

Contra las patrias. (17)


Una última palabra, desde la reflexión ética. En su libro "la paradoja de la moral", Vladimir Jankélevitch habla de ser fundamentalmente evitado por el proyecto ético. La prosopolepsia (del griego prosopon, máscara) es un error denunciado en diversos textos neotestamentarios, que consiste en conceder importancia primordial a alguna de las máscaras de la identidad humana en lugar de reconocer aquello verdaderamente humano, la libertad que nunca puede identificarse sin cristalizar en cosa muerta. La máscara nacional es una de las fabricadas por la libertad humana, que gusta de darse forma y de crear los símbolos de su arrogancia o de su demanda; el patriotismo es el entusiasmo puesto al servicio de esta máscara, a veces tan noble y a veces tan obcecado y letal como cualquier otro entusiasmo. A diferencia del cruel De maitre,la ética conoce al hombre y no al francés, al italiano o al ruso. Es decir, conoce al hombre y su opción libre en el francés, el italiano, el ruso o el apátrida. Respeta la diversidad sin la que no habría más que un solo y totalitario dominio, pero mantiene intacto el ideal de universalidad que rescata a la virtud de ser instrumentalizada por una u otra estrategia de poder. Porque todas las víctimas del patriotismo son víctimas de un malentendido y de un absurdo del que a fin de cuentas sólo unos cuantos -los más brutales- sacan auténtico provecho. Y las víctimas deben ser respetadas, honradas, compadecidas; pero el ídolo al que fueron inmoladas no merece más que uno cuantos certeros golpes de piqueta.

Contra las patrias. (16)


Me parece que la izquierda actual no deplora con suficente intensidad la presente decadencia del internacionalismo. Quizá no haya habido nunca otro ideal tan auténticamente progresista como éste, verdadero descenso a la tierra del celestial propósito de fraternidad cristiana. Nada tiene que ver el internacionalismo revolucionario con la homogeneización multinacional y estandarizada de las diferentes comunidades. Porque tan nacionalista (y por tanto reaccionario y oscurantista) es quien no reivindica su diferencia más que para edificar un estado sobre ella como quien sostiene un Estado para aplastar las diferencias. Ser internacionalista es estar racionalmente convencido de que la división en naciones -que no tiene nada de "natural"- no hace sino impedir la emancipación humana y que el mito patriótico-nacional sirve siempre para legitimar en el poder a la oligarquía más abyecta y rapaz. A esta regla no se conocen excepciones. Por desgracia, la izquierda se ha acomodado con desoladora facilidad al lenguaje nacionalista.